
De todo lo que viene pasando en Santa Fe, lo que más llama la atención es el silencio de los socios que corrian por izquierda a los gobiernos del Frente Progresista y que ahora se guardan ante los peores atropellos con los trabajadores que se recuerden en los últimos 15 años.
Los tipos ( Y muchas tipas) levantaban las banderas de la progresía y siempre exigían más. Con el verso del «modelo» y la cómoda oposición a Macri, se rebelaban ante cualquier detalle que supusiera un ataque a los más «débiles».
Ahora, empoderados con pauta oficial, sólo procuran encontrar alguna sobra de bosta antigua debajo de alguna piedra. Montan espectáculos caros, sin ninguna relevancia. No se trata de tener, sino de saber. O peor, de ser. Y no de parecer.
Con las remeras de Rodolfo Walsh, celebran el apriete al periodista.
Con la foto de Germán Abdala, arreglan aumentos en negro, y hacen caja para blanquerlas en hoteles. Para sacarles intereses usureros a los afiliados.
Con el pin de los pañuelos blancos, violan los derechos humanos de los otros.
Se enriquecen personalmente, mientras el personal se empobrece
Y entonces
Las banderas guardadas en el húmedo subsuelo. El ajuste cae sobre los trabajadores, pisotea a los docentes, a los médicos, a los enfermeros, a los policias. Y ellos miran para otro lado. Ya no se escandalizan por los números de la inflación, ni gritan que la gente está «por debajo de la linea de pobreza». Porque ahora son ellos los que lo generan y ya no importa lo que importaba ayer.
Hasta diciembre los privilegiados eran los que trabajaban. Hoy los privilegiados tienen que tener paciencia. Porque la urgencia es aumentar la pauta publicitaria, para callar al periodismo. Porque hoy la urgencia es darle al Ministro de Seguridad dinero sin control para que compre ¿balas? ¿ gases lacrimogenos? ¿ Autos que tienen sin arreglar?
No llevan remeras de Facundo Astudillo Castro. Ni llaman asesino a Berni. Incluso celebran las salidas del Ministro de la Bonaerense, que aunque claramente bolsonarista, les abrió el sueño electoral del 2021. ¿ Que Berni bancó a Chocobar? No importa. Eso importaba cuando gobernaba Macri. Ahora no importa. Porque los muertos son el daño colateral del «Modelo». Ya no son muertos de la represión como Maldonado, sino circunstancias. Casos aislados.
Hipócritas. Oportunistas. Se desdicen con la misma facilidad con la enhebran acuerdos con los mismos a los que juraban combatir.
El socio de Macri en la obra pública, será el dueño de la obra pública de su gobierno. No importa. Lo que importa es que ahora los beneficiarios serán ellos.
La patética mirada silenciosa del revolucionario aferrado al despacho. Al sueldo. Deshaciendo lo construido.Rompiendo lo público. Desarmando todos los espacios creados para crear, para pensar, para ser más libres.
Libres si sirven, sino no importa que nadie sea libre.
No sostienen la mirada en alto. Se escabullen en los autos oficiales que usan con la alegría del que usurpa.
Es la impúdica rendición. Lo que ayer era urgente, hoy puede esperar.
Y siguen rascando las piedras, donde saben que no hay nada por encontrar. Si, que los fiscales fueron nombrados y votados por ellos. Y lo saben. Pero eligen confundir y mezclar. Y pretenden equilibrar las culpas, así todos son lo mismo y ellos se consuelan con ser lo mismo que todos. Total…
Ya no hablan del narcosocialismo. Ya no se horrorizan con los muertos en Rosario. Ya no exigen políticas de seguridad. Ya no dicen que lo pueden resolver a todo con un par de pases mágicos.
Y defienden a un payaso insultante. Que sólo puede seguir siendo ministro apretando a los propios con ventilar trapos al sol.
Y le celebran sus disparates, mientras el Ministro revela los precios de los colegas comprados: este me sale 80 mil, este 120 mil, este es casi regalado: son tres periodistas por 200 mil… Todos de caja reservada, todo sin facturar.
Mientras esperan la «papota» para hundir al adversario. Y no llega. No llega porque mientras se mantenga ocuita estarán a salvo los «feos». Y como todos sabemos, aparezcan también las marcas de mierda de sus referentes.
Alvarado, claro. Terror a que hable Alvarado. Terror a que finalmente salga a la luz lo que ya salió a la luz, pero prefirieron omitirlo para poder llegar al gobierno, y esperar con la boca abierta, el miserable cargo que les correspondía.
Ya no se preocupan por los acuerdos con los «Grandes Medios».Ahora son necesarios. Ahora «los medios hegemónicos» son amigos. Y el Mono, ese que supo ser el valijero de Manzano, el que compraba departamentos en Punta del Este para Urribarri, es amigo. El Mono amigo. Los Monos amigos.
Si, que los fiscales que ahora están investigando, son los que ellos mismos se negaron a votar.
Si, que en la libretita del empresario del juego aparecen los nombres de sus propios senadores, no de los otros. Aunque ellos se empecinen en armar teorias absurdas que nunca pueden probar nada.
Ahora, cuando se deben hacer cargo de todo, se hacen los distraidos. Juegan a ser responsables con los presupuestos, mientras el jefe lo despilfarra. SIguen diciendo que heredaron un desastre, y saben, porque lo saben, que nadie, ningun gobernador de Argentina, recibió un escenario de gestión mejor que el que recibió su gobernador.
Se callan. Siguen señalando con el dedo a los «gorilas». Acusan a los otros de estar comprados, porque ellos están comprados. Totalmente comprados por una facción de empresarios de la política que vinieron de nuevo a desguazar lo público. Y como saben que al peronismo se les perdona todo. Recuerdan que si, que vendimos el Banco y volvimos. Que si, que los inundamos y volvimos.
Ya no reclaman nada. Se quedan esperando que les depositen el sueldo. Y aunque por abajo reprochen que 3000 pesos por única vez es una miseria, no dudan en explicar que «es lo que se puede ahora», ya vendrán los tiempos- electorales- donde se distribuirán recursos para los desposeídos. Y nombrarán a Eva. Y harán misas de su compromiso con la patria y con el otro.
El otro ahora puede esperar. Ahora lo importante es aumentar la pauta. Instalar un relato. Llenar de colchones y cajas los espacios donde brilla el recuerdo de las gestiones anteriores. Cerrar los acuarios. Echar a todos aquellos que se animen a recordar que si, que hubo tiempos muchos mejores que estos. No por la falta de Pandemia, sino por la presencia de proyectos políticos y planes de desarrollo.
Que no importan cuantos empleos se perdieron por culpa de los «ahorros» en las obras públicas que estaban en marcha y que ahora sólo serán para los amigos que financiaron la campaña.
Que no importan los pibes que se beneficiaban con el Abre, con el Volver a Estudiar, con el Nueva Oportunidad. Que no importa nada de lo que antes tampoco les importaba porque en realidad era obstáculos para poder volver al Estado. A ocuparlo, que no es lo mismo que gobernarlo.
Son Arribistas. Son chulos, patoteros. Se escudan en organizaciones gremiales, se mezclan entre los pobres para después abandonarlos. La van de valientes quijotes, y cuando llegan el momento de sostener la pelea, se enfundan en sus condiciones de «militantes organicos» y cierran la boca. Y miran para otro lado, cuando les pisotean al docente, al empleado público. Cuando maltratan al semejante.
Son incapaces. Ni siquiera con dinero disrecional y con todos los medios a favor son capaces de construir una acción de gobierno. Una sóla medida que merezca el reconocimiento público.
Son profesionales del empleo. Buscaban esto que tienen y nada más.
Algunas escondieron los pañuelos, otros se olvidaron de los victimarios de sus propias familias.
Son la cáscara seca, el hongo que brota de los platos sin lavar.
Son los utilitarios de los gerentes que cuando todo esto acabe se irán. Cómo se fueron los anteriores. Con los bolsillos llenos, con la calle vedada.
Con las almas podridas por la traición, y el vomitivo desprecio por lo que les devuelve el espejo.
El tiempo pasa. Ya falta menos de lo que faltaba. Las cosas, a pesar del poder, vuelven a su lugar.
Y entonces, habrá que rendir cuentas.
Excelente nota. Comparto el comentario sobre el papel de estos que de opositores al mejor modelo de gestión política de la República que brilló con el socialismo, pasaron a ser unos dóciles obsecuentes del poder por unos miserables pesos. Pero todo termina y en poco tiempo esta pandilla de mediocres perderá las elecciones. Y el socialismo volverá a brillar en Santa Fe.