Sería deshonesto de mi parte decir que acabo de descubrirlo. No. Esto forma parte de una cultura.Es un mecanismo. Un sistema que define quienes juegan y quienes no lo hacen.

He visto enloquecer a algunos colegas. Los he visto morirse de tristeza. Los he visto consumirse por cánceres que nacen de la angustia y la impotencia. Los he visto caer en la desgraciada decadencia y el aislamiento. Los he visto mendigar y ser usados para decir lo que nunca pensaron, sintieron o eligieron decir.

Y he visto, también, Cómo los presuntos «defensores» de los trabajadores de prensa, se sientan en las mesas de poder de turno y sentencian la muerte de los periodistas molestos. He visto la indiferencia, el miedo, la cobardía y la complicidad de mis colegas, dejando pasar situaciones de injusticia y atropello a la libertad de prensa, sin abrir la boca. Sin decir una palabra.

Los he visto. Lo experimenté en carne ajena y propia.

¿Entonces? Hay dos caminos posibles: Rendirse o pelear. Y los términos son bélicos porque bélica es la censura. Bélica es la compra del silencio. y Bélica es la circunstancia en la que ponen a los «marginados» cuando molestan, cuando no se adaptan a patrones y propietarios de la palabra. Cuando la cosa se resuelve en una «orden superior», que nunca o casi nunca tiene cara, pero sí gerentes que cumplen esa función.

Entonces elegimos pelear. Resistir al Status Quo. Elegimos hacer un pequeño agujero en la pared, desde donde se filtran las injusticias que los demás callan.

Maestros sometidos al peor ajuste. Enfermos de cáncer a los que se les niega el tratamiento.

Médicos y enfermeros obligados a enfrentar en primera linea una Pandemia sin elementos, sin sueldos dignos, sin recursos humanos preparados para sustituirlos, cuando son demolidos por el cansancio.

Ministros que abusan del poder y se burlan de los propios y los ajenos. Y andan amenazando con carpetazos a plena luz del día, a sus colegas, al propio gobernador, a la vice, a legisladores. Y se mofan de todos aquellos que pretenden exponerle los límites.

Sobreprecios en las compras que hacen con la plata de todos.

Represiones policiales en nombre de los derechos humanos.

Policias destratados, humillados y sometidos a una locura incesante de desequilibrios y sospechas.

El retorno a la confusión entre Estado y Partido. Nombres partidarios para políticas de Estado.

Abandono de las infraestructuras públicas que ofrecian creatividad y contención a los chicos que nunca pueden pagar una entrada al cine o al teatro.

Eliminación de todos los programas que proveían contención e inclusión social . A los que no habían terminado la escuela, a los que salían de la carcel, a los clubes de barrio que no tienen cómo financiar el mantenimiento de sus estructuras para cumplir con la principal meta: que los chicos hagan deportes, que estén ocupados y relacionados con otros chicos, dándoles una alternativa real al delito y a convertirse en una mercadería del narco de turno: ser soldaditos de muerte temprana, a mano de otros soldaditos que tampoco tuvieron esa otra opción.

Docentes sobrecargados de trabajo, docentes suplentes sin trabajo ni salario.

Una sociedad al borde del colapso por el encierro. Por la angustia. Por las imposibilidades de proyectar un mínimo futuro. Ahogados por los vencimientos de las tarjetas de crédito con intereses usureros impagables.

Un escenario de funcionarios aislados de la realidad, que sólo procuran acomodar sus excusas a las circunstancias.

Hombres y Mujeres sometidos al sueldo y al cargo, comiendose sapos que prometieron que nunca iban a comer.

Por todo eso, y por mucho más, hacemos REC.

Y lo hacemos desde hace seis meses con lo justo. A sabiendas de que sólo vemos espaldas cuando pedimos que nos ayuden. Espaldas o extorsiones.

Entonces no nos rendimos y vamos por más. Vamos por tu ayuda. Que es la única que queremos. Es la única que aceptamos, porque sabemos que es la única manera de seguir consolidando un proceso de confianza mutua. Porque nos convertimos en la herramienta que ustedes necesitan para romper el muro de silencio organizado para que tu voz no se escuche.

Entonces vamos, vamos juntos a hacer el agujero en la pared. No permitamos que instalen el silencio de los cementerios.

Cuando nos invitan a callarnos, digamos.

Cuando nos amenazan para que no contemos lo que pasa en los gremios, gritemos.

Cuando no soporten el abuso de poder, la vergüenza del robo público, la manipulación, el destrato : hablemos y contemos lo que ocurre a miles y miles que nos escuchan y nos ven cada día.

Para que quede el registro y en el futuro sepamos que fuimos capaces de resistir este atropello, esta desverguenza a coro, este asalto a nuestras ilusiones y nuestros derechos.

Vamos juntos, danos una mano. No pedimos una fortuna. Pedimos sólo 200 pesos por mes. Y no queremos que nadie venga con sumas más grandes, porque no queremos condicionamientos de nadie.

No queremos padrinos poderosos, porque tarde o temprano nos exigirán la devolución de esos favores, a cambio de silencios que no queremos aceptar.

Vamos a hacer grande a REC. Vamos a demostrarles a todos aquellos que nos negaron espacios en radios y Televisión, que nosotros representamos el pensamiento de miles y miles que no encuentran en esos espacios, lo que quieren escuchar, y mucho menos lo que quieren decir.

Ayudanos, ayudate a vos mismo.

No aceptaremos la rendición. Ni nos dejaremos humillar, ni vamos a aceptar que nos carcoma la enfermedad de las broncas y los resentimientos. Ni vamos a dejarnos caer por el tobogán de la marginación.

No. Vamos a construir un espacio de comunicación cada día más fuerte, cada día más molesto, y cada día más independiente.

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