
Todos esperábamos que el viernes , tanto el gobernador como el intendente de Rosario, pusieran blanco sobre negro y anunciaran medidas. Las medidas aparecieron después, en un PDF que circuló por redes, y que cómo todas las informaciones que circulan por ahí, llegó a ponerse en duda.
Los lánguidos minutos de discurso del mandatario provincial, se parecieron mucho a un acting de Fidel Pintos. Minutos largos repitiendo que «se trata de la salud»- como si nadie lo supiera- llegando al paroxismo cuando arengó como en campaña que «tengo confianza que vamos a salir, que vamos a poner a la provincia de pie», agregando que cuenten con él, que «los vamos a ayudar», sin dar ninguna precisión sobre las ayudas. Un mitín, en el que el intendente de Rosario, con un poco más de precisión, aunque no mucha, cerró diciendo (al menos) que comprendía el hartazgo de los ciudadanos y que sabía de la situación que viven los rosarinos.
Pero nada más. Terminaron la conferencia y todos se preguntaban lo mismo : ¿Y ahora que hacemos? ¿ Cuales son las medidas? ¿ por qué no anunciaron nada concreto?
Javkin cometió el error de sumarse a la puesta en escena. Pudo armar su propio anuncio, pero confió en el gobernador que lo enredó en la babélica nube de responsables de la confusión. Los juegos del grifo de recursos que maneja exclusivamente el Ministro de Economía, Walter Agosto, ponen a este y a todos los intendentes en situaciones de presión adicionales. La historia las contará cuando el grifo cambie de manos.
Cuando todos son los responsables, nadie lo es. Si se ponen todos en la foto no soy el único responsable, debe pensar el gobernador. La idea es buena, claro. Pero al gobernador se le van quemando las ideas a diario.
La bronca sonó fuerte en Casa de Gobierno de Rosario apenas se apagaron las luces y se cortó el streaming. ¿Quién asesora al gobernador? ¿ El gobernador está informado de lo que ocurre? ¿ Por qué desperdicia una chance de calmar y dar alguna directríz concreta a una ciudad que viene envuelta en un tornado que adentro lleva COVID en marcado crecimiento, y un fuerte descontento social por los efectos devastadores que está produciendo la interminable cientoochentarena.
Rápidamente reaccionaron en Venado Tuerto, en Rufino y en la propia Rosario dónde se escucharon bocinas largas de protesta.
La bronca lleva una acumulación de razones que los gobiernos no pueden ni deben ignorar: la temprana parálisis de la economía en marzo se provocó bajo la consigna de «preparar al sistema de salud». Y cuando llega septiembre nos encontramos con un sistema agobiado, sin los recursos humanos suficientes, con situaciones salariales inexplicables.
Los ejemplos más claros son los hospitales cerrados en Coronda y Rosario. O la falta de una lista de enfermeros reemplazantes , o la falta de convocatoria de médicos, o la inexplicable faltante de camas críticas. Todo eso debió haberse concretado de manera absoluta y exagerada durante abril, mayo, junio y Julio. Pero no se hizo, aunque digan lo contrario.
Del otro lado, la «gente». Esa vacuidad que incluye a los que cumplieron a rajatabla la cuarentena. A los que acumularon deudas, a los que perdieron el empleo, a los que se deprimieron, a los que contrajeron el Covid, a los familiares de los muertos, a los de los muertos que no pudieron atenderse de sus enfermedades crónicas o que cayeron bajo el alud de la tristeza por no poder ver a sus familiares durante tres, cuatro o seis meses.
¿Que le piden a los comerciantes? ¿ Con que afrontan los gastos que se siguen cobrando del propio estado, de la timba financiera de los bancos y de las empresas de telecomunicación que se volvieron indispensables para la nueva vida?
¿ Que otra cosa es la gente, sino este enorme colectivo plural que esperó, con una paciencia impropia, que el Estado hiciera las cosas como tenía que hacerlas, y en muchos casos, no las hizo?
Y además… ¿ cómo puede ser que en medio de semejante tensión, expongan a la angustia de convocar a los anuncios y no anunciar nada? No una, sino dos veces en 36 horas. Primero la vicegobernadora, después el gobernador.
La gestión pública no es mandar. Porque mandar manda cualquiera. El problema es que te den pelota. Y eso depende siempre de la confianza. Y si la confianza en la palabra oficial se va descascarando, el mandante queda solo y a los gritos, mientras los mandados hacen lo que se les ocurra, porque termina siendo una especie de «sálvese quien pueda»
La «gente» pide medidas: que el estado intervenga para aliviar sus condiciones. No quieren créditos, no quieren más deudas. No quieren hipotecas al futuro como fueron los planes de salvataje de las tarjetas de crédito o la postergación del pago de los servicios. No tienen de dónde sacar para vivir, hoy ni mañana.
Santa Fe, acreedora de más de 100 mil millones con el Estado Nacional, asiste al anuncio de un plan de inversión de seguridad para Kiciloff y Berni, por 10 mil millones. Y acá nada. Y el gobernador no levanta la voz, ni reclama nada.
¿ Cómo cree entonces que le van a creer su pedido de compromiso adicional con la Pandemia?
La gestión necesita dos cosas centrales: confianza y buena comunicación.
Perotti ha perdido el 79 % de la confianza pública. Lo dicen todas las encuestas. Las provinciales y las nacionales. Mérito propio. Y la comunicación…
LA COMUNICACIÓN DE PEROTTI
¿ Quién lo asesora en comunicación al gobernador? La respuesta no es sencilla: el gobernador contrató a una empresa porteña para que lo ayude. Al mismo tiempo sumó a la ex funcionaria de su amigo José Corral y de Cambiemos, Andrea Valsagna, como «experta en comunicación de crisis», tiene además a un Secretario de Comunicación que amén de sus comprobadas condiciones para la negociación política, es más empresario de medios que funcionario. Ahora, al «Mono» Altamirano le surgió competencia en las preferencias y la confianza del gobernador: Virginia Montes, periodista rosarina encargada de la pauta en el sur y la actriz esperancina Leilen Bouchet, actual subsecretaria de comunicación, son las elegidas por el Mandatario para los consejos en interacción pública. Los resultados empiezan a demostrarse erráticos y poco efectivos.
Resulta inexplicable que con lo que se invierte en Comunicación, todavía no se hayan pagado a algunos proveedores desde diciembre. El equipo de Ramiro Nieto, encargado de la transmisión televisiva del acto de asunción de Perotti, aún no cobró los honorarios por su trabajo el 11 de diciembre del año pasado.
Otro tanto ocurre con las pautas. Aunque el gobierno se encargó de calmar a los grandes medios, no deja de intranquilizar la demora en los trámites y en el pago de la mayoría de los medios. ¿ Por qué? Nadie lo sabe. Recibieron un sistema hipercontrolado, con un circuito de firmas que garantizan la transparencia y el cumplimiento de las condiciones que deben tener los proveedores. Sin embargo no funciona, y son muchas las quejas por la falta de velocidad.
El monólogo del viernes dejó en evidencia la raquítica política de comunicación que rodea al mandatario. Puede que sean las personas indicadas, no se puede discutir eso. Pero hay algo que no funciona. Sobre todo en el aspecto más importante: la comunicación con el ciudadano.
Mientras termino esta nota, llegan imágenes desde Venado Tuerto. Una manifestación se «rebela» ante las medidas anunciadas anoche en un PDF. Los manifestantes hacen hincapié en la confusión y la falta de liderazgo del gobenador. Alguien debe avisarle que está fallando. No sólo en la comunicación, claro. Pero a veces, eso ayuda a disimular las cosas
La desinformación en manos de un jefe de Estado es muy peligrosa. Eso parece estar pasando. Los ruidos se harán sentir muy fuerte en el sur provincial. Ese sur que reclamó medidas de mayor restricción de circulación con Buenos Aires y esperaba un mejor estado de condiciones del sistema de salud, con los tres meses de cuarentena inexorable.
Les están pidiendo mucho a los que ya pusieron casi todo de sus vidas y encima, les comunican mal. La mala comunicación se subsana con gestión. Si no hay gestión, y mala comunicación, la cosa es imposible de maquillar.
Ahí queda poco margen para reclamarle a «la gente»