11 meses se van a cumplir de aquel día en el que Omar Perotti asumió la gobernación y utilizó su mensaje frente a la legislatura santafesina para decir que venía a «cortar los vínculos de las instituciones con el delito» y de reprocharle a su antecesor en público y sin chance para la réplica, «por el «daño institucional» que generó la «inédita» situación de que la legislatura haya votado el presupuesto 2020.

Eso fue el corolario de un conjunto de declaraciones, desplantes y acusaciones que se suscitaron durante casi seis meses, en los que la gestión entrante acusó a Lifschitz y a todo el Frente Progresista, de haberles dejado «una provincia fundida y endeudada». Y entonces prometió no aferrarse al «discurso de la pesada herencia».


Ese mismo Perotti que se negaba a recibir la banda de mando de manos de Lifschitz, y que llegó al extremo de proponer una ceremonia en la Plaza 25 de mayo, con tribuna exclusivamente propia para que el rosarino se despidiera bajo silbidos y abucheos, es el mismo Perotti que ahora parece haberse olvidado de todo y pretende que la oposición le haga el trabajo que ni su propio partido está dispuesto a hacer.

Eso quedó en claro la semana pasada cuando el FPCYS votó la sanción de la ley de reformas a las ART. Lifschitz hizo lo que venía reclamando que se haga desde que era gobernador y lo que el Ministro de trabajo de la Provincia, Roberto Sukerman, les rogó que hicieran, en el nombre de Alberto Fernandez. Los compañeros de Omar en diputados se borraron, como si no se tratara de su gobierno.

Ahora la cosa es mucho más espesa. En el horizonte hay muchos proyectos de leyes que no saldrán si socialistas y radicales se plantan. Todas son leyes que el gobernador,dice, necesita para gobernar.

Las leyes de Seguridad, la creación de una empresa pública de Conectividad, el presupuesto 2021 y claro, algo que casi no menciona pero que sobrevuela en el aire de casa gris cada día con mayor preocupación: La renovación de la ley de Necesidad y de «superpoderes», que vence a finales de noviembre.


Las Leyes de seguridad son todo un tema. Perotti se ha encargado de distribuir dos versiones sobre ellas. La primera y pública, es que se necesitan para que Marcelo Saín pueda empezar a modificar el lamentable estado de la seguridad pública. La otra versión cuenta que para poder «sacarselo de encima» al sonoro ministro, necesita que le voten las leyes, así «se va sin hablar mal». Un problema sin salidas dignas: Saín cuando se vaya, y por su propia naturaleza, se encargará de acusar a Perotti de su fracaso, tenga o no leyes votadas.

En cualquier caso, el gobernador está modificando el sentido de las cosas. Parece estar pidiendo la sanción de las leyes para «calmar» a su Ministro y no para resolver los problemas que tiene en una materia que usó sin medir las consecuencias para ganar las elecciones: La Paz y El Orden.

El Frente Progresista exige tiempo. Los textos llegaron hace apenas una semana y no sólo quieren examinarlos, sino hacerles reformas. Y algo más: asegurarse de que el peronismo en su conjunto las vote. Porque el Senado no parece decidido a hacerlo, o al menos eso dicen. Es cierto, eso dependerá de los humores del momento. Lo de Perotti y los senadores del PJ se parece más a una relación entre empresarios que entre dirigentes políticos del mismo partido.


El presupuesto no será un problema. Las condiciones son las mismas de siempre: que no se perjudique con los recursos a las comunas y Municipios de la oposición, que se justifiquen las proyecciones y que no queden demasiados hilos desde dónde se puedan tirar acciones discrecionales.

Nadie duda que tras las tensiones del año pasado en la frustrante transición, el Presupuesto no puede convertirse en territorio de guerra y al igual que en nación, se votará con relativa velocidad.


La ley que desvela al gobernador es la ley de conectividad y la modificación de una Empresa pública para «tender 4.000 kilómetros de fibra óptica en todo el territorio y garantizar el servicio de internet a todos los santafesinos«. El asunto tiene media sanción ( y muy rápida ) en el Senado. Pero en diputados está muy dificil. A la existencia de la «Ley Boscarol» que regula lo mismo, se le agrega un asunto que no se termina de explicar: El gobernador quiere que venga acompañada de un endeudamiento de 100 millones de dólares. Una suma sideral y desacoplada a los costos reales del proyecto. La obra cuesta 24 millones, exagerando. El pide 100. Y encima pretende competir con todas las empresas de cable e internet instaladas en el territorio. No parece que la cosa tenga trámite positivo en Diputados. Al menos muchos miembros de los bloques de la oposición ya anticiparon que no le levantarán la mano.


¿ Y la ley de emergencia? De eso nadie habla, pero el 30 de noviembre se cae y si no hay explícita renovación, el gobernador ya no tendrá derecho a gastar discrecionalmente en algunas áreas, no podrá modificar los destinos de fondos de una caja a la otra ni podrá, por ejemplo, pagar con bonos en negro a los empleados públicos.

El 30 de noviembre, se acaba el sueño de los decretos legitimados por el barniz de la emergencia, y todo volverá a ser lo que era.

¿ Que piensa hacer la oposición? Negarse a renovarla. Las acciones del gobierno en cuanto a los manejos de los recursos son reprochables. Hubo un manejo muy desprolijo en algunas compras del Estado- los autos de la policía, sólo por dar un ejemplo- y se la utilizó para darles aumentos en negro a empleados y jubilados.

El ministro Saín recibió 1000 millones de pesos para gastar a discreción y sin rendición de cuentas. Un gasto que no se notó ni en la gestión, ni en el equipamiento policial: los policías siguen sin cobrar los adicionales y se siguen comprando sus propios uniformes. Nadie consulta sobre el destino de ese monto excepcional. En la oposición lo tienen claro: no puede haber renovación de la emergencia. No sólo por los abusos, sino porque al final no había tal estado de necesidad, aún con Pandemia. El Ministro Walter Agosto se pavonea con el «superávit fiscal» en medio de la peor tragedia sanitaria. Un asunto que no se entiende, menos en estado de «Emergencia»


Entonces el escenario es complicado para el mandatario. No sólo se enfrenta a sus propios errores, que ahora intenta trasladar a su gabinete con una promesa de «cambios» que puso en estado de terror a todos sus funcionarios, sino que liquidó el crédito con la oposición.

Se pasó el año denunciando «operaciones» y descalificando a los adversarios. Ya no queda nada de aquel gobernador que amenazaba con descubrir «las cuevas de la corrupción socialista». Pasó un año entero dando vuelta cajones y buscando papeles. Abusó de la Pandemia para sacar una ley de emergencia que le iba permitir » aumentar los salarios» y no lo hizo.

No se ocupó de fortalecer el sistema de salud. Se limitó a comprar respiradores y colchones. No se invirtió en Recursos humanos, sólo por ahorrar. Y no abrió infraestructuras terminadas que eran imprescindibles para enfrentar la Pandemia, como el Hospital de Coronda.

En el medio, se dió algunos lujos inexplicables: le cedió por decreto y por 15 años, el juego on-line a los dueños de la explotación de casinos en Santa Fe. La decisión no solo no es materia de decreto, sino que su concreción presume la comisión de delitos y graves. Por eso esta semana, diputados de la oposición presentaron una denuncia en Fiscalía de delitos especiales. Y los medios más importantes del mundo del juego on-line, se hicieron eco del escándalo.


Perotti se sienta a rogar en la misma mesa desde donde dinamitó las relaciones con la oposición, dando con el mazo.

Da la sensación de que un año después, empezó a comprender que gobernar era otra cosa, que las varas de calidad estaban altas y que su obsesión por destruir la imagen de Lifschitz, no es factible en tanto se maneje con los pies en la tierra.

Perotti no cuenta ni con los propios en la Legislatura, y tiene que afrontar, entre otras cosas, un año que será electoral. Y en el que se jugará la calma de sus últimos dos años de mandato.

Paradoja: si no recibe una ayuda del ex mandatario al que descalificó en público en pleno discurso de asunción, Perotti no está en condiciones de avanzar en casi nada de lo que pretende.

Esto sería un problema en tiempos normales, claro. Pero es un desastre en este contexto, que se agravó por su forma de gestionar, por sus excusas permanentes ante la falta de respuestas y especialmente, porque pretende conseguir las soluciones, en un lugar donde sólo sembró discordia.

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