
«Corren buenos tiempos para la bandada, de los que se amoldan a todo, con tal que no les falte nada. Tiempos fabulosos, para sacar tajada, de desastres consentidos y catástrofes provocadas. Tiempos como nunca, para la chapuza, el crimen impune y la caza de brujas»
Buenos Tiempos- Joan Manuel Serrat
Vi a la señora gritar que ajustaban a los docentes en Plaza de Mayo, y la ví después militando el peor ajuste que hayan sufrido los maestros en los últimos 20 años. La vi abandonar a los Docentes reemplazantes. La vi desentendiendose de sus compañeros, censurándolos en internet, manipulando el sagrado estatuto, a cambio de algunos carguitos para familiares. Y la promesa de una diputación.
Vi al dirigente sindical progresista, reclamar por mejores condiciones laborales para los suyos. Gritar con pose revolucionaria y declaraciones explosivas, pidiendo por los trabajadores precarizados. Por la cláusula gatillo, por todo lo que pudiera pedir, aunque el gobierno no pudiera. Y después lo vi, presionando para sacar una ley repleta de discrecionalidades, entre ellas, la posibilidad de someter a pagos en negros a sus representados. Lo vi militando los aumentos en negro. Lo vi olvidándose de los precarizados, a cambio de algunos negocios para su gremio. Lo vi usando las siglas para tercerizar negocios de laboratorios. Lo vi cobrándole intereses a los trabajadores en plena pandemia. Lo vi, cobrandoles la cuota sindical, en pleno ajuste. los A cambio de cargos, también, de dinero para el gremio. A cambio de alguna futura candidatura.
Vi a la chica que llevaba el pañuelo verde en la muñeca, desafiando a los funcionarios que habían construido el mejor sistema público del país. Exigiendo, reclamando, como si no hubiera límites. Y después la vi, aceptando que entregaran el sistema a los grupos privados más ricos. Y la vi acompañando a los nuevos funcionarios, todos objetores de conciencia, todos unidos por intereses, los negocios y por la religión. Ví a la militante inflexible de los derechos humanos, esa que exclamaba con furia incontenible que ni olvido ni perdón, la vi callándose ante los nombramientos de los funcionarios que acompañaron a Reutemann y que nos inundaron. No una, sino dos veces. Y vi a muchos de los que no iban a perdonar nunca que los hubieran inundado, organizando equipos de trabajo con inundadores.
Ví a los bocones sabiondos de economía de tercer año, decirle «neoliberal» al gobernador anterior. Y hoy forman parte del ejercito de inmorales que comparten con los que vaciaron y vendieron el Banco Provincial, las Aguas Santafesinas, y no alcanzaron a vender la EPE porque hubo un gremio con cojones que los paró.
Ví al joven diputado explicando cómo se solucionaba el tema de la seguridad. Vi a esa (otra) promesa incumplida del peronismo acusar de «narcosocialistas» a los militantes del socialismo, del radicalismo. Y ahora lo veo callado, mientras las no políticas de un muñeco que compraron por dos pesos, no detiene la peor reguera de sangre que se recuerde en Rosario y Santa Fe. Mientras el muñeco habla, y habla, y habla. Y dice que es partidario de «cagar a tiros a todos», y que su propio jefe es un «pelo cagado del culo», y que tiene formación de concejal. Y no dicen nada, absolutamente nada.
Y veo, con papeles en la mano, a aquellos cagatintas tenaces y revolucionarios, acomodarse en asesorías de túneles, diputados, ministros y funcionarios de gobierno. Y silenciar el pero ajuste a los docentes, los enfermeros, los asistentes escolares, y a todos los trabajadores sociales.
Veo al otro dirigente sindical-empresario, que sudaba su camisa dando discursos y amenazan con paros generales. Ahora lo veo actuando como un ministro, justificando todas y cada una de las violaciones a los derechos de sus representados. Y lo veo incapaz de explicar su patrimonio multimillonario. El suyo y el de sus familiares. Y lo escucho en los mensajes de WhatSapp, mintiendo sobre «operaciones» en su contra. Operaciones que se le aparecen como fantasmas vestidos de enfermeras, reprocharle el abandono, mientras ellas salvaban la vida de un ser querido.
Todo eso ví y veo, lo veo cada día. Y además veo cómo los empleados públicos están aterrados por las acusaciones, las persecuciones, las amenazas y los desplazados. Callados por miedo a perder el trabajo, víctimas de la caza de brujas de los «progresistas».
Y encima, debo soportar que me digan temerario. Si, temerario. Y amenazan con demandas y denuncias que nunca se animan a mandar, porque saben que si hay apenas un hilo de justicia en Santa Fe, van a perderlas. Porque se saben responsables. Creyendo que todo se trata de sembrar temor, que todos tenemos precio y que todos, nos rendiremos ante sus arbitrarios enjuagues, y sus patotas virtuales.
Lo vi, lo veo, y lamentablemente lo veré. Y lo seguiré diciendo. Porque, como dice la misma canción de Serrat, «Y silenciosa,la mayoría,aguantando el chaparrón.al pie de un cañón de papel maché, come el pan nuestro
de cada día con un culo así, contra la pared. Llorando en el mar viéndolas venir, viéndolas pasar, Pasar»
Chapuceros, tránsfugas y vividores. Que disfruten este tiempo, que tarde o temprano se acaba.