
La oposición santafesina vive un momento preocupante. Los latidos del viejo Frente Progresista suenan cada vez con menos intensidad. El radicalismo avanza sobre la idea de un Frente nuevo, los socialistas se preparan para una interna absurda y los otros jugadores, entre ellos Javkin y Jatón, otean el panorama con preocupación. El PRO especula con la grieta, y el referente indiscutido de toda la sociedad, se encierra en si mismo y no da señales de integrarse con nadie.
Es increible, pero absolutamente real: frente a la peor gestión política de la historia, la oposición pierde más tiempo dividiendose que tratando de proponer una alternativa que apure los tiempos y le ponga condiciones al temerario paso del caótico gigante que arrasa con todo lo que se le planta adelante.
Si. No debe haber un gobernador en la historia santafesina que haya hecho las cosas tan mal, y que reciba tanto repudio generalizado de la sociedad. Y mientras eso pasa, el principal referente del Socialismo- Miguel Lifschitz- prefiere eludir acuerdos y pasa de cualquier chance de ampliar su base de sustentación, creyendo- quizás- que no le hace falta un 2021 para concretar un retorno al gobierno en el 2023.
Los radicales se apuran y lo apuran. Incluso algunos socios incondicionales del propio Lifschitz, como los miembros del NEO, se cansaron de las dilaciones y las indefiniciones del ex gobernador y avanzan sobre un acuerdo con radicales que se fueron y algunos sectores de la denominada «derecha», para componer una alianza más antiperonista que abreve de la tensión nacional y no los vuelva a desplazar a un tercer lugar en las elecciones nacionales.
Los intendentes de Rosario y de Santa Fe, no dicen nada públicamente, claro. Pero no es dificil saber lo que piensan con sólo charlar un rato con sus colaboradores: todos miden la situación con el mismo tedio que los radicales, la diferencia es que no se sienten cómodos con la idea de girar hacia algunos despojos del PRO o figuras como Amalia Granata. Los argumentos son pre- ideológicos: eligen hablar de «con quien no», pero eluden preguntarse lo elemental: «por qué y para qué» deberían elegir un camino táctico diferente al de 2019. Los resultados no necesitan explicaciones.
La interna socialista avanza hacia el paredón con una velocidad de colisión, y parece inevitable. Miguel lifschitz impuso el nombre de Mónica Fein como candidata a la presidencia del partido, sin consultar a nadie que no sea de su propio riñón. La sociedad está muy lejana a los acontecimientos, claro, es un asunto casi de puertas adentro. El problema es que mientras eso ocurre, muchos socialistas ventilan el enojo y se preparan para defender lo que ellos consideran legitimo: el derecho a opinar en las decisiones internas y a proponer otros liderazgos.
Lo extraño es que no los escuchan o directamente pasan de sus palabras. Y entonces, son Socialistas los que también le profieren reproches a Lifschitz.
Repasemos: Javkin, Jatón, los radicales, muchos socialistas… Y los dirigentes nacionales de la interna del PRO – el Larretismo- se suman: «le propusimos cambiar el nombre del Frente, sabemos claramente de su liderazgo, nadie lo cuestiona ni le reclama nada, sólo que abra las puertas, y nada». Bingo.
Miguel Lifschitz ha sido, sin duda para quien escribe, el mejor de los tres gobernadores del FPCYS. Pero para eso necesitó del triunfo de Binner y de la continuidad con el gobierno de Antoni Bonfatti. Sin ninguno de esos dos escalones hubiera podido ser mandatario, y concretar el final de muchos procesos que se habían comenzado antes.
A Lifschitz le cuesta confiar en los demás, y el problema es que los demás se cansan de su desconfianza.
Que las encuestas le otorguen un liderazgo fenomenal no implica que pueda aprovecharse de eso necesariamente. Si sus pasos y sus silencios, terminan poniéndolo como epicentro de todos los enojos amigos, no le resultará sencillo componer una estructura desde donde comandar el principal espacio de la oposición.
Lo llamativo es que aún no llegó la demanda social, que es la que importa. Esa que suele parecerse a aquellas frases que los hijos suelen usar para cuestionar la inacción de los padres frente a los hechos de los que fueron testigos y no pudieron evitar
«Papá, ¿ Que hacías vos, mientras Perotti destrozaba al estado santafesino y el peronismo destruía todo lo que había a su paso? ¿ Que hiciste mientras Saín vino a envilecer la vida de los habitantes? ¿ En que pensabas mientras abandonaban las escuelas, los hospitales, a los enfermeros y a los docentes?
Lifschitz y la oposición están a tiempo de responder : «Hicimos todo lo posible para frenarlo», lamentablemente los hechos no parecen indicar lo mismo: Los ombligos, los egos, las viejas cuentas personales y los límites discursivos frente a una realidad que demanda acciones, parecen marcar otra cosa. La sensación de que están dilapidando una chance histórica encerrados en diferencias menores y en intereses pequeños, se huele como se huelen los motores antes de empezar a humear.
No vaya a ser que de tanto mirar encuestas, y calcular los pasos, la realidad termine imponiendoles un reproche masivo e irreversible, inventando nuevos lideres o peor, fortaleciendo a los que gobiernan.
De eso, será dificil volver. Con eso en las espaldas, será muy dificil volver.