
La distancia entre el discurso oficial y los hechos reales abruma. El gobernador Perotti, en ocasión de nuestra afirmación sobre la ¿presunta? vacunación de sus familiares, desplegó un show de victimización que alcanzó a prometer denuncias penales, que nunca se iniciaron. Apenas se presentó ante el Ministerio Público para «pedir que se investigue si existieron irregularidades», pero nunca hizo públicas las dosis que habían llegado hasta entonces, y mucho menos los destinos y las personas que se habían vacunado. Mientras eso pasaba, ya el IPEC había vacunado a los encuestadores, mucho antes que a las personas de 80 años. Y las clínicas privadas de Rosario y Rafaela, tuvieron acceso discrecional a las vacunas, antes que los hospitales públicos.
Lo ocurrido en estas horas en el Ministerio de Cultura llena de indignación y corrobora todo lo que se venía advirtiendo: En Santa Fe el plan de vacunación está mal organizado, y hay funcionarios que parecen funcionar en un gobierno paralelo. El caso de Jorge Llonch es quizás el más claro: no sólo no se hizo cargo de lo ocurrido, nunca ofreció su renuncia a pesar de las filtraciones, y prefirió culpar a los empleados y no a quienes les facilitaron ese privilegio.
El escándalo empezó con la renuncia nunca explicada de la titular del programa de inmunizaciones de Santa Fe, Soledad Guerrero. Nunca habló, pero todos saben el motivo porque se cansó de conversarlo con sus colegas: «La distribución es un desastre, y yo no me quiero hacer cargo de las arbitrariedades, no hay organización». Soledad Guerrero se fue, y la Ministra nunca explicó porque se iba del cargo una funcionaria central de un área clave en el contexto de la pandemia por coronavirus.
Tras el ruido de las apariciones de vacunas en sanatorios de Rafaela y Rosario, la propia ministra Martorano, salió a desmentir que la vacuna haya sido inoculada a la familia del gobernador, pero sin darse cuenta admitió en dialogo con Radio2 que «ya no se mandarán vacunas a los nosocomios privados» Confesando de ese modo las irregularidades que se asomaban.
Lo de Rafaela, como en otros tantos temas, se llenó de silencio. y el asunto se volvió «Tabú». Un ejército de trolles salieron a acusarnos de haber mentido, y los medios, si, todos los medios de la Provincia, se vieron obligados a desmentir lo que nunca habían publicado. En el medio, el ex Ministro de Seguridad, confirmó lo que nadie había afirmado: que el gobernador se había vacunado. Y el esfuerzo por desmentir sólo verbalmente las cosas, cayó en desgracia.
Un dato doloroso cruzo la discusión: la madre del gobernador falleció a los pocos días, luego de sufrir un accidente. La tropa de trolles financiados por el gobierno provincial, me acusaron de «haber matado a esa mujer». Un argumento, que según algunos funcionarios, se repetía en boca de la propia familia del gobernador. No se puede dignificar semejante canallada con una respuesta. Y todo eso quedó allí.
Sin embargo, repito, nadie hizo públicos los números de dosis que habían llegado hasta entonces, y fue la misma Ministra de Salud, Sonia Martorano, confirmó que un grupo de vacunas habían llegado a los nosocomios privados de Rafaela- especialmente a los pertenecientes a un grupo que ayudó a Perotti a ser gobernador- y a otros de Rosario. Martorano dijo explícitamente.

Unos días antes, a través de un informa de Luis Rodrigo en El Litoral, nos enteramos que al menos 30 encuestadores del IPEC, habian sido inoculados. No sólo no se desmintió, sino que la Ministra afirmó que se trató de «un error». El error no se corrigió ni con sanciones, ni con medidas ejemplares.
Mientras el país se horrorizaba con el vacunatorio VIP de los «amigos de Ginés», en el Hospital Regional de Reconquista, un miembro del Consejo directivo confesaba que «se había armado una lista para vacunar a familiares y amigos del hospital». No ocurría en cualquier lugar: ocurría en el hospital con la UTI COVID de mayor mortalidad del país, y en un lugar que desde antes de la primera ola, se desataron escandalosas situaciones, que involucraron al intendente Vallejos, y a varios de sus amigos. Dos meses y medio, demoró el Ministerio de Salud en intervenir el Hospital, con un agregado: no se echó a nadie de los cargos. Los directivos que vacunaron a sus familias siguen en sus cargos, con salarios que superan los 120 mil pesos mensuales.
Pero esto no terminaba allí. A pesar de las ofendidas palabras del gobernador y sus aseveraciones poco creíbles, las denuncias sobre vacunaciones incorrectas nunca pararon de llegar: En el Ministerio de Educación, se vacunó al personal administrativo. En algunas localidades, se vacunaron a hermanos de funcionarios- como en el caso del Tiburón Valdez’’, Maximiliano Eduardo Donadello, un Dj – Músico de Capitán Bermudez, se puso en el ojo de la tormenta luego de recibir las dos dosis de la vacuna Sputnik-V. Nadie lo sancionó, ni a él ni a su hermano.

El tema llegó a la LEGISLATURA, sin que el ejecutivo haya dado ninguna explicación. El diputado Candido fue contundente en el reclamo: «Para nosotros en necesario hacer foco en la transparencia sobre la vacuna, por eso le pedimos al Ejecutivo que informe sobre el cronograma de vacunación, los criterios para establecer las prioridades y como piensan garantizar la vacunación para los voluntarios, por un lado. El otro eje del pedido es la cantidad de dosis que se aplicaron, la cantidad de vacunas, que pasó con las dosis sobrantes y que se hizo con ellas; y en tercer lugar el listado de vacunados y de efectores donde están disponibles las dosis«
No sólo no hubo respuestas sino que siguieron apareciendo «focos» de jóvenes militantes haciendo la «v» en las fotos mientras recibían las dosis que no recibían los empleados de salud o los adultos mayores. y entonces este último escandalo del Ministerio de Cultura, que no sólo no fue negado, sino que se pretende imputar a los vacunados y no a los funcionarios que lo permitieron.
Ahí está el ministro Jorge Llonch, acusando en lugar de hacerse cargo del desvío inexplicable de vacunas. Ahí está el gobernador reiterando que serán «implacables», mientras no se sancionó a una sola de las decenas y decenas de personas que recibieron dosis injustificadamente. Vacios los juzgados de denuncias sobre el tema. Sin respuestas los pedidos de informes de los legisladores y concejales de distintas ciudades. Vacios los argumentos, y por si eso fuera poco, un elemento más le fue quitando legitimidad a la palabra oficial: Jorge Llonch, el Ministro, eligió defenderse diciendo que «Ni la Ministra Martorano, ni el gobernador se habían vacunado». Martorano no sólo se vacunó, sino que se sacó una foto en el primer día de vacunación. A Perotti nadie le cuestionó su vacunación, pero él prefirió negarla. Saín fue quien se lo recordó, dejandolo en un clarisimo off-side.

Mientras no preparamos para la llegada de la segunda ola, y sufrimos como sufren todos los paises subdesarrollados de la carencia de vacunas, Santa Fe se ha convertido en la provincia con más vacunaciones irregulares del país, o al menos con mayor casuística. Que los medios no lo hayan difundido de manera más contundente, no significa que no sea así. Alberto Fernandez, echó a Ginés, por haber vacunado a algunos amigos.
Perotti tiene brotes de vacunaciones irregulares en toda la bota, pero no separó a nadie del cargo. Los únicos que se fueron, se fueron por su cuenta, y para poner a salvo el honor, ante el caótico manejo del asunto aún antes de que comenzará a vacunarse.
Una vergüenza más para la provincia, en una etapa institucional que seguramente recordaremos como oscura y repleta de bochornos oficiales. Pero para eso falta mucho, y lamentablemente, es inevitable pensarlo, corremos el riesgo de seguir acumulando vergüenzas, ya que nadie da una señal de cambiar el modo de hacer las cosas.