
Las últimas horas de Adriana Cantero la dejaron expuesta: Después de un año y cuatro meses a cargo del Ministerio de Educación, no sólo parece desconocer las condiciones del sistema en el territorio, sino que toma decisiones y las comunica de una manera desaprensiva y sin mostrar demasiado interés por la salud de las escuelas, los docentes y mucho menos de los alumnos santafesinos.
De la presencialidad absoluta, aún con todas las dudas que llevaba esa decisión, pasó a la suspensión del ciclo lectivo de manera absoluta, prescindiendo incluso de las clases virtuales. En pocas horas, cambió de parecer tras la furia que manifestaron todos. Los docentes incluidos, que fueron sometidos- una vez más- al escarnio de «estar vacunados y no trabajar», como lamentablemente se dice con reiteración en las redes sociales.
Un audio que envió por Whatshapp a sus colaboradores se viralizó y dejó en claro algo: a la Ministra no le importa mucho el valor de un día clases, ni de trabajo docente. Menos aún, la angustia que tienen los padres de los estudiantes que ven con desesperación como se escapan años preciosos en la formación de sus hijos.
Es ridículo todo lo que ocurre, y si no causara tanto daño nos daría risa. Pero hablamos de Educación, no de Fútbol.
Cantero dice ahora, que «la virtualidad» en Santa Fe alcanza apenas a un 10 % de la matrícula, contradiciendo al mismo gobernador que en discurso del 1 mayo en la Legislatura aseguró que llegaba a «un 50 %», sino que admite que durante su gestión no se hizo nada pra modificar el escenario. «Necesitamos la ley de conectividad» le mandan a decir y cuando lo dice, desconoce que aún sancionando esa cuestionable ley y cumpliendo con los pasos que nadie conoce exactamente porque el proyecto no acompaña un plan técnico, los resultados de un cambio de este tipo podría demandar un lustro. Y que mientras eso no ocurra, la principal obligación del Ministerio es brindar el servicio elemental de Educación a toda la población santafesina.
Extorsiona a la legislatura para que voten una ley que propone lo que bien se pudo hacer durante estos meses, sin ley.
Lo insólito es que admite la carencia de conectividad- algo de lo que ninguna provincia del país está exenta- y no cerró todavía un sólo acuerdo con las empresas proveedoras de internet que cubren todo el mapa provincial, para duplicar o triplicar el alcance de las comunicaciones. Ninguna de las decenas de cooperativa de cable e internet que alcanzan a los santafesinos fueron consultadas y muchas de ellas, sin intermediación del Ministerio, lo hicieron de manera voluntaria.
Gastó más de 64 millones de pesos en «cuadernillos» para que sean entregados de manera personal por los docentes, con contenidos que no distinguen a los alumnos de 5to, 6to y 7mo grado. Ni diferencia a ninguno de los niveles de la educación secundaria.
Pero la lista sigue y parece un glosario de desprecio por la educación y sus trabajadores:
No restauró las escuelas que estaban en malas condiciones, ni continuó con las obras que estaban en marcha en otras.
No titularizó, no llamó a concursos docentes en 15 meses, no convocó a los docentes reemplazantes, a los que humilló diciendoles que «no había horas y el Ministerio no es la ANSES»
Dejó de pagar alquileres y dividió al menos seis escuelas en medio del ciclo lectivo. La emblemática Echeverria de Santa Fe y el colmo: Mandó a desalojar una escuela especial de la ciudad de Santa Fe, la 2090, que funcionaba en un edificio preparado para 70 pibes con distintas discapacidades y los «mandó» a una ruina que no tiene aún fecha de reparación. A los pibes especiales, irónicamente, los mantiene bajo la modalidad «virtual»
No reemplazó a los docentes de materias especiales, como música, pintura, Educación Física, arte y… ¡ Tecnología !, materias que en centenares de escuelas tienen vacancias, demostrando el interés y el valor que esas asignaturas tienen para el desarrollo de los niños y los jóvenes.
Destitularizó a 500 docentes, y auxiliares docentes que llevaban adelante tareas indispensables como los planes «Vuelvo a Estudiar» o «Nueva Oportunidad», que revinculaban a chicos y adultos con el sistema educativo.
Convirtió a los docentes santafesinos, en pocos meses, en trabajadores bajo la linea de pobreza con la imprescindible colaboración de los gremios AMSAFE Y SADOP.
En fin. Es dramático que la Provincia de Santa Fe, sede de dos Universidades Públicas de enorme prestigio, y epicentro durante la década del 10, de un proceso de jerarquización de la tarea docente, de reincorporación de alumnos que habían abandonado la matrícula, de una planificación educativa que recibió reconocimientos internacionales, haya quedado en manos de una docente de nulo reconocimiento nacional.
Adriana Cantero es una profesora que dedicó sino toda, casi toda su vida a militar dentro de los movimientos educativos confesionales. Antes de asumir por segunda vez el mandato en el Ministerio, desarrollaba las tareas de Directora del Centro Educativo Franciscano que nuclea al colegio San Carlos de la ciudad de San Lorenzo. Para graficar qué tipo de modelo educativo defiende la ministra basta reproducir lo que dice la página oficial de la institución: “La Escuela San Carlos es una Institución Pública de Gestión Privada, perteneciente a la Provincia Franciscana San Miguel. Este proyecto educativo es una misión evangelizadora en la cual tanto religiosos y laicos franciscanos se comprometen en la tarea de formar integralmente, a las nuevas generaciones en los valores de la paz, la justicia y la reverencia a la creación”
Docente de la UCEL – Universidad del Centro Educativo Latinoamericano, creada en 1993 en el seno de institución Evangélica Metodista- carece de antecedentes que la vinculen a la actividad académica de las universidades públicas o privadas con algún prestigio nacional. Y durante su primera gestión en la segundo mandato de Jorge Obeid (2005-2007) fue la cara visible de la Ley Federal de Educación, del vaciamiento de la escuela pública, representante directa de la cúpula eclesiástica y abnegada militante contra la implementación de la Educación Sexual Integral pese a ser ley desde 1992.
Ella es la que «ordena» las cosas en el sistema educativo provincial, con la anuencia del gobernador Perotti. Ya hablamos de él. Y Cantero también habla por él, claro.
Vieja chupacirios del orto!