
Esta semana recibí muchos mensajes de felicitaciones por el lanzamiento de REC en radio. La mayoría de ellos hacían referencia al «sueño cumplido» ó a esto de «concretar el sueño». La verdad, es que nunca soñé con tener una radio. Y si debo ser aún más sincero, luego del proceso- aún inconcluso- de poner todo en marcha y en regla, no me parece un asunto que se parezca en nada a lo que uno puede soñar como quimérico o fantástico.
REC es la consecuencia de mucho trabajo y de muchos golpes en el piso, que dolieron mucho y que seguirán doliendo (por suerte) como advertencia de lo que no se debe repetir. A este delirio de comunicación que nació en el medio de la absoluta nada, le sucedieron dos años repletos de tormentas generales y particulares. De Pandemia, inflación, muertes cercanas, distancias y dudas, cambios alrededor que no nos beneficiaron y el advenimiento de un escenario político demasiado adverso, demasiado.
A REC lo construimos desde el piso. Como los sobrevivientes de un avión que estalla. Juntando los pedacitos de cada uno. Percibiendo la desconfianza de muchos. Las razonables y las maliciosas. Aprendiendo a leer las espaldas y reconociéndonos en el tamaño que nunca aceptamos tener. Lo hicimos, además, porque hubo gente muy valiosa que se sumó a la aventura de hacer, en estos tiempos que no inspiran a hacer.
REC no es mucho, claro. Pero es mucho más de lo que era hace dos años. Y más de lo que era hace un año. Y más de lo que era hace dos meses atras.
La pelea es contra nosotros mismos, como los golfistas. Como los runners que se proponen cada día correr un metro más. El tema, una vez más, en confiar en lo que hacemos. En saber lo que queremos más que lo que no queremos. Distinguir a los peces grandes de los chicos. A los que nunca serán parte de este colectivo, y a los que algún día lo serán.
Porque aunque no se crea, lo que queremos hacer es lo que no hay. No miramos a los demás, aunque parezca falso. No competimos, primero porque no queremos y segundo porque no podemos competir. Menos aún, en escenarios que no nos entusiasman ni nos representan.
REC es un lugar para nosotros, y nosotros, sin pretensiones altisonantes, somos muchos más que estos seis o siete locos que lo hacemos.
No vamos a correr detrás del último momento. No vamos a desgastarnos por una primicia. No vamos a desgastarnos en la necesidad de hacerle sentir a nadie, que somos más o menos que ellos. Eso ya hay. Como también hay radios para pibes, o radios deportivas o radios de noticias, que va. Hay radios para todos los gustos, pero no para los nuestros.
Santa Fe tiene muchas radios, y muy buenas ,claro. Pasé por la mayoría de ellas y sé perfectamente cuales son sus lógicas, sus necesidades y sus poderes. Nosotros quedamos excluidos y en esa exclusión, nos reiventamos. Primero como pudimos, y después, como fuimos queriendo.
En los próximos días vamos a ir anunciando nuestra programación. Y lo que van a encontrar es gente haciendo radio, buscando más la reflexión y el sobrevuelo irónico sobre la realidad, que la información. Van a encontrar gente que habita lugares que en los medios tradicionales no encuentran tanto lugar. Van a encontrar una radio chiquita, modesta y con la única expectativa de representar a una comunidad que se va a ir haciendo con el tiempo, sin apuros, sin exigencias. Hacer comunidad. Un punto que nos encuentre a muchos que hoy, por hache o por be, no tenemos puntos de encuentros.
No fue fácil llegar hasta acá, porque sobra decir que nadie nos regaló nada. Que todo fue a los empujones, a mano, aprendiendo cada día a hacer lo que no sabíamos hacer y bajo una sola consigna, que no es la de los sueños: que estamos acá, que somos gente que piensa de una manera, que nos identificamos con tal o cual música, que nos divierte decir lo que muy pocos se animan a decir, y que perseguimos el nada sencillo objetivo de hacer de este lugar, un lugar rentable y sustentable en el tiempo. En los años.
Ahora si que tengo sueños. Pero están relacionados a la supervivencia. A la necesidad de tener salvavidas, pararrayos, infladores, matafuegos y todos los elementos que nos hagan falta para llegar cada día, al próximo lugar donde se nos ocurra querer llegar.
Gracias a todos por la Bienvenida. Nacimos en medio de un tembladeral, y para quienes hicimos en su momento NOTIFE, no es una novedad. Para otros, si. Pero en el buque hay gente con experiencia, y sobre todo, este capitán sin barba y pocas canas, que ya sabe de naufragios, de salidas de emergencias y de fracasos varios.
REC es una nueva oportunidad, y así lo tomamos. A los 50 y un cachito, es extraordinario tener proyectos y conseguir empujarlos. Aunque sea para sumar fracasos mejores. Experiencias que a la vuelta sirvan para sentirnos tranquilos por haberlo intentado.
Al final, el óxido es la consecuencia del abandono, más que del tiempo.
REC no es un sueño, no. Es la consecuencia de muchas noches en vela, de muchas coincidencias y especialmente, de habernos tomado el trabajo de vaciarnos. De habernos pinchado hasta el hueso, y de entender que si nos caemos, si nos hacemos trizas y no nos morimos, lo único que queda es volver a empezar. Las veces que sean necesarias.