
Una nueva ola de crímenes en Rosario dejó al desnudo los números de homicidios en esa ciudad, pero también en todo el territorio santafesino.Si se comparan los números de abril de 2022, con los del mes de la asunción de Omar Perotti, la diferencia es escalofriante: Los homicidios crecieron un 45%. La gran mayoría de ellos se producen en modalidad de «Ejecución» y con armas de fuego. Las estadísticas acompañan a una gestión que no tiene reacción frente al fenómeno, con una inexplicable subejecución presupuestaria y con una policía desarticulada sin inversión ni estímulos para trabajar. «La gente se acostumbra a los muertos, hay que hablar de otros temas» dice un funcionario, explicando el estado de abandono de las calles en Rosario y La Capital.
Los números son fríos, pero detrás de cada unidad hay una vida que se termina violentamente. En lo que va de 2022, apenas, ya se produjeron 126 homicidios dolosos en todo el territorio provincial. 72 de ellos, en la ciudad de Rosario. Y 26 en la ciudad de Santa Fe. Los datos publicados por el Bloque de Diputados radicales de Evolución, y cuyos cuadros acompañan esta nota, muestran cómo, desde que asumió la gestión de Perotti, primero con Marcelo Saín y luego con el actual Ministro, Jorge Lagna, las estadísticas criminales crecen de manera sostenida.
Los números son irrefutables: En 2019, el último año de la gestión de Miguel Lifschitz con Maximiliano Pullaro como Ministro, las estadísticas bajaban: ese año, a esta altura se habían cometido 87 homicidios. Una cifra que contrastaba con el sangriento 2018, que en el primer cuatrimestre había dejado 118. Si se comparan esos números con los de este año, el porcentaje se incrementó en un 45 % en la totalidad de la provincia. Esos mismos números arrojan diferencias de 68% en el Departamento Rosario y de un 40 % en el Departamento La Capital.

El trabajo desclasifica también el impacto que tienen las ejecuciones en la totalidad de los homicidios: el 60% se producen en la modalidad de ejecución, lo que significa que los asesinos le disparan a personas conocidas y por motivos relacionados a competencias en el delito. Un 23 % de las muertes no tienen motivos esclarecidos, mientras que luego aparecen con un 6 % las riñas entre personas conocidas o familiares, un 4 % los femicidios, y apenas un 2 %, los causados en ocasión de robo, tanto de víctimas como victimarios.
Las armas de fuego protagonizan el 77% de los crímenes y el 84 % de los asesinatos se producen sobre hombres. Otro dato significativo es la franja etaria de las personas asesinadas: el 48 % tienen menos de 30 años, mientras que el 33% menos de 50.
Los datos son tan contundentes como las razones de gestión:
El año pasado el gobierno provincial admitió haber subejecutado el presupuesto de seguridad en menos del 50%. Esos datos se agudizan con las áreas: la principal «victima» de la falta de ejecución fue precisamente el área que administra la compra de recursos para el accionar policial.
Un dato que lo traduce en hechos: en Rosario, según lo expresado por el propio Jefe de la Unidad Regional, se cuentan menos de 60 patrulleros controlando la ciudad. Menos de la mitad de los que había, en el último corte de la gestión de Lifschitz. Esos autos, además, cargan con una inexplicable traba para funcionar: el sistema de autorización para la carga de combustibles se ha vuelto excesivamente burocrática y restrictiva, lo que desemboca diariamente en policías explicandole a los ciudadanos que no pueden patrullar porque no tienen nafta para hacer funcionar los vehículos.
En cuanto a la tecnología disponible, el «fracaso» de la cuestionada ( judicialmente) licitación de armamentos que derivó en la salida del ex Ministro Saín, nunca fue reactivada. De modo que la Policia santafesina actúa hoy, con las armas que sobreviven a la gestión del Frente Progresista. Dicho de otro modo: La policía de Santa Fe no tiene ni autos, ni nafta para usar los pocos que quedan funcionando, ni armas nuevas para salir a reducir las acciones.
Encima no se sumó personal, y una gran parte de los agentes tienen carpetas médicas que recomiendan – especialmente después de la Pandemia- licencias largas. En este sentido, pasó desapercibida la denuncia que formulara APROPOL, sobre el preocupante incremento de suicidios dentro de las filas policiales en la Provincia: Sólo en 2022, y en menos de cuatro meses, se consumaron 14 suicidios de oficiales, la mayoría de ellos menores de 40 años. Casi todos lo hicieron con las armas de la fuerza, y en muchos casos- es casi imposible acceder a esa información, a pesar de la insistencia de los pedidos- los oficiales habían retornado anticipada y forzosamente de sus licencias, por la faltante de personal para cubrir las guardias.
Desde el Ministerio de Seguridad, se llaman a silencio. El gobernador, aquel mismo que ganara las elecciones bajo el lema «Ahora, La Paz y El Orden», y que cabalgó casi exclusivamente en su campaña sobre el tema «inseguridad», ya no hace mención al tema. Ni siquiera participa de las pocas y aisladas reuniones de las Juntas de Seguridad. El Ministro, cultiva un perfil cada vez más bajo, con ausencia permanente de los lugares donde ocurren los crímenes, y sin anuncios que generen alguna expectativa de reacción, frente a la oleada de sangre.
Un funcionario del ministerio, siempre en off y reclamando resguardo de su identidad, lo confiesa: «Ellos ( por Lagna y Perotti) dicen que no hay forma de hacer nada contra la violencia, y que la sociedad se va acostumbrando a los números de muertos. La lógica de ellos es «no hay que hablar más del tema, hay que hablar de otros» y creen que el año que viene no van a pagar un costo electoral tan alto por el tema».
Los medios más importantes parecen acompañar la idea: los principales diarios digitales rosarinos, no mantienen muchas horas como primera noticia, la violencia. Ayer ( martes 19 de abril) se produjeron seis homicidios en menos de 24 horas. Sin embargo, y sólo para citarlo como ejemplo, el título que se abocaba a esa información, ocupaba el sexto orden de importancia en la tapa de La Capital.
La «bajada de linea» del gobierno es «no darle tanta importancia en la agenda» a los asesinatos, y promueven la sustitución de titulares por gacetillas redactadas desde la Secretaría de Comunicación de la Provincia, que aparecen publicados en todos los medios, sin siquiera modificar los títulos. Hoy por ejemplo, se ordenó hablar de barbijos. Durante casi todo el día, los portales titularon con declaraciones del gobernador y del Secretario de Salud, anunciando que dejaba de ser obligatorio el uso de tapa bocas en los espacios públicos cerrados. Una buena noticia, claro, que inexplicablemente parece más importante que el asesinato de seis personas en Rosario, y de dos más en la capital.
La pauta parece poder tapar hasta los asesinatos, pero la sangre sigue corriendo. Y la policía continúa paralizada. Y la inseguridad, sigue ganándole a la misma economía en el orden de preocupación de los santafesinos.
Hay cosas que ni la pauta, ni una doble página en Clarin, ni las pocas buenas noticias que se puedan anunciar, alcanzan a tapar.
En la provincia, cada día hay más asesinatos. Las razones están más que claras, aunque el gobierno parece decidido a ignorarlo. El futuro se oscurece aún más.