
Hay un grupo de personas que ven cómo sus empleos se van escapando. Les quedan apenas 15 meses en el poder y las posibilidades de retenerlo son cada vez más lejanas. El colectivo ha sido desde el comienzo de la aventura, un amontonamiento de personas unidos por el pegamento de la conveniencia y los intereses. El paradójico Kirchnerismo Perottista y el previsible final de una experiencia gremial oficialista que administró los intereses de sus representados con tanto desprecio, que hoy los deja al desnudo.
Es incómodo. El gobernador empobreció a los docentes, policias, médicos, enfermeros y trabajadores, como ningún otro gobernador lo hizo, al menos desde los brutales 90. Los dirigentes sindicales, fueron socios del gobernador en la tarea, y ahora tratan de salvar la ropa.
El gobierno «ahorró» 100 mil millones de pesos en plazos fijos. El ahorro es lo que le sacaron a los trabajadores. La plata se guardaba para la campaña de 2023, porque el objetivo, se sabe, es retener el gobierno. Y esa tarea, también, es compartida por los dirigentes gremiales que ahora realizan paros largos y sufren el (¿pactado?) descuento económico de los días «no trabajados», a pesar de estar amparados por la ley laboral y el derecho constitucional de huelga.
La escena se vuelve aún más grotesca: Al gobernador y a los principales dirigentes gremiales estatales que (supuestamente) pujan por los salarios, los une un amor por necesidad: Todos son peronistas y todos, al menos así manifiestan, están unidos por la defensa de la vicepresidenta Cristina Fernandez de Kirchner, que está acusada de haberse enriquecido ilícitamente con la obra pública en Santa Cruz.
Ahí los problemas salariales, pasan a un segundo plano: Uno de los principales dirigentes sindicales – Jorge Hoffmann de ATE – y el gobernador, apenas unos minutos después de haberles descontado los días de paro a los afiliados del propio ATE, se muestran públicamente en un acto, junto al ministro nacional Wado de Pedro en la sede del gremio, no en la gobernación. Y allí canturrean juntos, que «si la tocan a Cristina, que quilombo se va a armar».
Mientras esto pasa, ni una referencia a los ajustes nacionales del nuevo presidente de facto Sergio Massa. El presidente ministro aprovecha el ruido de la «persecución a Cristina», y le mete tijera a los presupuestos de salud y educación. Y aquí la esquizofrenia se vuelve aún más notable: Los dirigentes de los trabajadores que son victimas de ajustes del gobierno del que forma parte la vicepresidenta «perseguida», no dicen nada. Prefieren salir a la calle a defender a la vicepresidenta- que tiene fueros, y no corre ningún riesgo ni procesal ni físico de ser detenida- y dejan que los empleados sean más pobres cada día.
A esto hay que agregarle un dato que bordea el ridículo: muchos de los dirigentes gremiales que mantienen paralizada a la administración pública santafesina, están organizando sus pujas electorales para formar parte de las listas que buscarán… ¡ un triunfo de los gobiernos que los están ajustando!
Todo esto es posible, gracias a ese enorme paraguas de mera praxis de acceso al poder que se llama peronismo.
El problema, claro, es que después de haber gobernado 15 de los últimos 19 años el país, ya (casi) nadie les cree ni los quiere. Las encuestas en ese sentido, son palmarias. Tan palmarias, que el gobernador de Santa Fe, candidato en las elecciones pasadas a senador nacional suplente bajo la bendición de …. ¡ Cristina Kirchner! prefiere tomar medidas que le simpaticen a los contrarios: respaldo público a los sectores más opositores a la vicepresidenta- el campo- y descuentos a los empleados públicos, que según esas encuestas, son considerados «privilegiados» por los opinantes.
Pasando en limpio: En Santa Fe, todos los protagonistas dirigenciales de la puja, son peronistas. Todos están detrás de la defensa de CFK. Todos irán juntos a las próximas elecciones y todos, comparten el ajuste brutal que lleva adelante Massa. Eso, si, en nombre de los «intereses populares y contra la oligarquía cipaya»
Abajo las cosas son distintas. Ni los maestros, ni los médicos, ni los enfermeros, ni los bomberos, ni los policias, ni los asistentes escolares, ni los trabajadores de cada dependencia pública se sienten identificados por ese discurso, y algo más: admiten que estas gestiones, la nacional y la de Perotti, les produjeron la caida a la pobreza.
La oposición hace, con estúpidas excepciones, lo que debe hacer: dejar pasar el tiempo y abrir las cortinas para que la escena sea cada vez más clara.
Ya no hay montoneros y Triple A que confundan. Ni dirigentes del propio peronismo que se opongan a la continuidad de este verdadero cachivache de medidas que ni el propio Macri se hubiera animado a tomar. No porque no las quisiera, sino porque la burocracia sindical y la patota K, se lo hubiera impedido. En el congreso y en la calle.
Falta un año y un puchito para que se vayan. Están demostrando- con acciones y excamaciones- que a la hora de defender los privilegios de administrar el Estado, no les interesa mucho de que lado estén las mayorias. Ese es un asunto preocupante, si. El propio Presidente de adorno, Alberto, se animó a sugerir que los fiscales en Argentina se suicidan, justo cuando investigan a la vicepresidenta y su familia.
No es sólo de Alberto la sugerencia ni la incoherencia. Ya no dicen «si quieren gobernar, armen un partdo y ganen las elecciones», ahora hablan de «armar quilombos», si la tocan a una persona que está, apenas, siendo investigada.
Ya no parecen preocupados por «el salvaje ajuste neoliberal que empobrece a los trabajadores», lo acompañan en silencio.
Y se mezclan todos, claro. Prolongando los efectos del único pegamento que conocen: el de las conveniencias y los intereses. El de los cargos, los sueldos, las comisiones y los negociados. En Santa Fe, por ejemplo, le han cedido la administración de la Obra Social del Estado a una empresa privada de salud, que es propiedad ( solapada) del propio mandatario provincial.
Le han votado un negociado brutal con la ley de conectividad, que les dejará a Perotti y a sus amigos, el control de la internet de toda la provincia.
Le permitieron, sin quejas, que regalara el «juego on line» a los casinos, sin que mediara licitación.
Celebraron la caida de los planes sociales que incluian a los sectores marginales: Ni el ABRE, ni el Volver a Estudiar, ni el Nueva Oportunidad.
Y mientras tanto, matan a dos personas por día en las calles de Rosario y Santa Fe. Y el presupuesto de seguridad, lleva un 7 % de ejecución en agosto.
De todo eso, fueron complices los dirigentes gremiales, los soldados de CFK y los medios de comunicación que como nunca, viven de la suculenta pauta publicitaria, admitiendo, que el propio gobierno les ordene las tapas, sin chistar.
En este escenario, si no median delirantes acciones violentas, empiezan a despedirse y no se dan cuenta.
La esquizofrenia del peronismo santafesino empieza a llegar a su fin.