
A mucho menos de un año de las próximas elecciones santafesinas, las cuestiones que ocupan al ciudadano común están bastante alejadas de las anotaciones de los cuadernos de sus dirigentes. Son pocos, muy pocos, los que están preparando un programa de gobierno y pensando en los cambios que se deben hacer para que la olvidable gestión de Omar Perotti, no deje al Estado santafesino en condiciones irreparables. La nueva expresión progresista, las cavilaciones del Socialismo, las definiciones de los radicales.
El Antón pirulero de las ambiciones personales, siempre pone como excusa la ausencia de «un proyecto común», pero al mismo tiempo escasean las acciones que conduzcan a tenerlo.
En Santa Fe el escenario es preocupante. Hay un gobernador desentendido de la gestión. El ejemplo más demoledor lo filtró el actual ministro de seguridad, Rubén Rimoldi: Estuvo casi tres semanas llamándolo al gobernador y éste, no le respondía los llamados. Otra vez, como ocurriera tras el escandaloso paso de la «cajera de Omar» Ana Morel por legislatura, el rafaelino le pidió al ministro que se quede en su cargo, «que las cosas van a cambiar», pero ya nadie confía en la palabra del mandatario, cada día más ausente y exclusivamente concentrado en los negocios que le faltan atar antes de irse.
Esos negocios, sumados a los que ya concretó como la entrega del juego on line por decreto, la ley de conectividad, el negocio de la Billetera y las confusas subejecuciones de los presupuestos, lo ponen al rafaelino en el único lugar que lo preocupa: la eventual ausencia de impunidad jurídica, en la retirada.
Y la situación es difícil: Por un lado, le vienen facilitando algunos pasos. La lista de jueces comunales, y la renovación de los fiscales para el próximo periodo, no están del todo «cocinado», pero ha cosechado algunos acuerdos que lo alientan. Por el otro, el clima de cambio político inexorable le empieza a pasar factura por los incumplimientos de la palabra en campaña y las «traiciones»(sic), que aducen algunos ex socios que habitan y circulan el palacio judicial de la capital provincial.
La llamada «causa espionaje» que tendrá como procesado a su exministro Marcelo Saín, desde el 29 de noviembre, promete complicar aún más el futuro de Perotti. Desde la fiscalía trabajan en algunas hipótesis que, hacia arriba, Somaglia incluido, pueden trepar hasta las más altas alturas del Ejecutivo. Pero para eso, siempre habrá «escudos legislativos».
Frente a esto, a Perotti le queda una sola alternativa: dividir de la manera más atomizada posible a la oposición, y pelear con un presupuesto incalculable, su propia candidatura a Diputado Provincial.
«Cuanto más divididos estén enfrente, más chances tendremos de ganar las legislativas locales» y eso, hoy, es lo único que le importa al «Gigante».
Y algunos sectores de la oposición, sin que esto signifique un acuerdo con las necesidades de Perotti, lo ayudan a preparar la mesa.
En esa dirección, ya se ven algunos movimientos bastante claros, aunque pintados de principistas. La nueva alianza progresista lanzada ayer en Rosario, en la que confluyen como principales referentes los actuales diputados Fabian Palo Oliver, Carlos Del Frade, Rubén Giustiniani y el exlegislador Eduardo Di Pollina, constituye un golpe al mentón del tradicional voto al «socialismo «progresismo».

El tiempo dirá si las expectativas colectivas de los integrantes de la foto de presentación, alcanzará a superar los conocidos egos de algunos de los presentes. Las chances de obtener representación legislativa son bajas, y por el modo de dividir la minoría en la cámara de diputados de la Constitución, les ofrece un panorama de pocas diputaciones. Y allí, habrá que ver quienes están dispuestos a sacrificar los cargos, y asumir la casi testimonial candidatura a gobernador. Aunque parezca mentira, esa es la gran preocupación que tienen muchos de sus dirigentes.
A esa primea escisión del viejo «Frente Progresista», se le suman las dudas del Partido Socialista.
La impactante muerte de Miguel Lifschitz, mantiene en shock a muchos. Y su sucesión política no tiene herederos directos, lo que genera algunas fricciones naturales en la conducción del proceso.
Y el propio socialismo, demora su decisión de afianzar un Frente opositor con los radicales de JXC, en la procura de «mejorar las condiciones».
Mientras el «núcleo duro» que acompañaba al exgobernador- que tiene como referencia electoral ineludible a la diputada Clara García- insiste en manejar los tiempos de las negociaciones con las otras expresiones políticas, otros dirigentes del partido creen que es tiempo de definiciones.
La reaparición pública de Antonio Bonfatti, con una esclarecedora presentación judicial que le permite terminar con las injurias que suele recibir de muchos dirigentes opositores, incomoda a muchos que lo que daban «por retirado». Sin embargo, Bonfatti sigue siendo, por lejos, el máximo capital electoral del socialismo y su figura obtiene una adhesión suficiente como para pelear representación en las elecciones provinciales. Su nombre «asusta» al peronismo, cuando lo miden como eventual candidato a diputado provincial. Mucho más, si termina asociado a una gran coalición con la UCR.

A diferencia de sus principales ex socios de la coalición que gobernó 12 años la provincia, los hombres y las mujeres del parrido de la rosa no terminan de definir destino, y a medida que pasa el tiempo, los roces y las facturas, empiezan a ser más álgidas y caras.
En el medio, aparece el intendente de Rosario Pablo Javkin, que mantiene sus intenciones de pelear por el sillón en Casa Gris, pero que ya ha advertido a todos los que lo quieran escuchar, que sólo se sumara a una coalición en la que «estén todos», en obvia referencia a la reciente disputa legislativa por la designación de jueces comunales, que dividió las aguas entre algunos socialistas y radicales. Javkin ya ha dado muestras públicas de su voluntad de formar parte de una «Gran coalición», y se ha mostrado muy cerca de algunos dirigentes radicales.
En la UCR, casi contra su propia historia de internismo infinito, las aguas están más calmas que nunca. Si bien la figura de Carolina Losada sigue despertando algunas expectativas en un sector, es un secreto a gritos que la senadora no piensa «bajar» a disputar la gobernación del año próximo. Losada reconoció a un prestigioso encuestador nacional, que sus expectativas de ser la primera gobernadora santafesina pueden esperar, y que espera recibir una propuesta para integrar algunas de las fórmulas para las presidenciales. Y Horacio Rodríguez Larreta, tiene agendado su nombre.
Ante esa casi segura ausencia, los radicales del NEO van confirmado sus expectativas mayoritarias de conducir el proceso, con la figura de Maximiliano Pullaro en el frente. El ex ministro de seguridad ya atraviesa una etapa de la campaña que incluyó un viaje a los Estados Unidos, para reunirse con representantes de los organismos internacionales, y con funcionarios de seguridad de varios Estados, especialmente en Florida.

Pullaro ha conseguido el respaldo de buena parte del radicalismo y del PRO, y dará batalla interna contra los candidatos que presenten los otros sectores de ambos partidos. Los nombres de los posibles rivales- radicales- son por ahora dos: el Senador nacional Dionisio Scarpin y el ex intendente de Santa Fe, Mario Barletta, ambos con buen dialogo con Javkin.
Las primeras encuestas empiezan a evidenciar, que, salvo un desastre, el próximo gobierno local quedará en manos de la oposición. Esos mismos números, lo muestran en punta a Pullaro- el único que, además ha consolidado una relación estrecha con las estructuras nacionales de la UCR- aunque sin diferencias palmarias, todavía. Esos números, también, dejan en evidencia que el peronismo no cuenta con figuras que puedan ni siquiera disputar la sucesión de Perotti.
Pero Perotti cuenta con una enorme billetera, y eso, en estos tiempos, pesará mucho. Sobre todo, si esos recursos se manejan desde el Estado.
Mientras el gobernador – casi saliente- busca con desesperación impunidad futura, y si es posible con algún futuro político como legislador, algunos sectores de la oposición – involuntariamente- lo vienen ayudando.
Si efectivamente, como dicen en sus discursos, algunos pretenden recuperar algunas de las políticas que destacaron a Santa Fe durante las gestiones de Binner, Bonfatti y Lifschitz, deberán empezar a tomar decisiones en ese sentido. Y el sentido, siempre que se pretenda tener acceso a la definición de las políticas públicas, debe tener como objetivo real, llegar al gobierno. Y gobernar, que ya han probado saber hacerlo.
El rafaelino entró en etapa frontal, y contra cualquier pronóstico, puede crecer a base de usar los ahorros que les quitó a la educación, a la salud y a la seguridad. La oposición tendrá que ordenar su escenario, y claro, no cometer más errores.
Que en estos tiempos de egos exagerados, discursos extremos y ambiciones de cargos por cuatro años, no será un asunto sencillo.