Ponga que el fallo es injusto, usted sabrá. La verdad que opinar sobre un fallo, de un juicio que duró años, y sobre una sentencia cuyos argumentos demandan – normalmente- un par de semanas para ser leídos, resulta por lo menos apresurado afirmar que «no hay pruebas» contra CFK para su condena en la denominada causa Vialidad. A mí me sobran dudas, así que mi opinión al respecto es inocua e inútil.

Sobre lo que no tengo dudas, es sobre los efectos concretos de esa sentencia: No es firme, y por consiguiente, es apelable, revocable, confirmable, y todos los «ables» que se les ocurra. Y eso significa algo muy claro: CFK seguirá en libertad, puede seguir ocupando su cargo como vicepresidenta de la nación, y ser candidata a lo que se le antoje. Es decir, y en esto uso mis escasos conocimientos jurídicos adquiridos en mi carrera de abogado: Quien puede lo más, puede lo menos. Y si Cristina puede ser vicepresidenta, puede ser senadora, concejal, jefa de la barra de GYELP ó reina de Calafate.

¿Hasta cuándo? Hasta que la justicia determine que la condena quede firme, y para eso, en Argentina, pueden pasar ¿10? ¿15? años, o directamente no ocurrir nunca, porque la justicia, lo sabemos, sufre las consecuencias pendulares del humor político argentino. Si queda firme, Cristina no irá presa nunca. Por edad. Y si, no podría ser candidata, obviamente, porque un delincuente- tal como se denomina a aquellos que cargan sentencias firmes en el sistema penal argentino- no podría serlo. Pero todo eso, hoy, es apenas un juego de hipótesis.

O sea. Cristina está condenada, yo no sé si es o no justo, pero lo dice una Cámara y lo funda en 1600 páginas. Y entre los motivos, obvios, de su condena está el hecho de que su marido y ella favorecieron desde el gobierno nacional a concentrar la entrega de casi la totalidad de la obra pública de Santa Cruz, al amigo personal de Néstor, Lázaro Báez. Un cajero de banco y terminó siendo un empresario mega millonario, que le alquilaba de manera fantasmal todas las habitaciones a los hoteles del matrimonio K. Hoteles que se fueron multiplicando mientras ellos ocupaban sólo cargos públicos. ¿Se entiende?  Son millonarios, sin que puedan explicar por qué lo son. Y en principio, eso no está bien. Pero dejemos que a eso lo determinen las próximas instancias y vayamos a lo que importa, hoy.

Cristina, contra lo que prometió, será candidata. Y puede serlo. Y los chicos de la Cámpora han decidido insistir con la teoría del «lawfare» y proclaman que la actual vicepresidenta está proscripta. Y entonces, promueven un confuso, impopular y arcaico lema, que remite a los años del comienzo de la sangría setentista argentina: «Luche y Vuelve».

Para que CFK sea candidata no hay que luchar, solo inscribirla. Y para que vuelva, solamente tiene que mantenerse en el gobierno. Ella nunca se fue, nunca renunció y sus «chicos» siguen controlando las principales cajas de un Estado que sigue propinándole golpes a los que menos tienen, con una inflación que se agrava cada día.

Así que nada. A los hechos y fuera de cualquier subjetividad. Cristina puede ser presidenta si la gente la elige, para lograrlo será candidata, y no tiene desde donde volver, porque, aunque no quiera hacerse cargo, ella puso a este presidente y sigue siendo su vice.

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