Que Lilita Carrió es un factor de poder en Argentina, no es novedad. Su personalidad arrolladora y sus inocultables vínculos con los principales grupos de medios de comunicación del país, la convirtieron en una especie de «showwoman» necesaria, que cada tanto se toma un descanso, para poder recuperar la atención que va perdiendo cada vez que ingresa en etapas de sobreexposición.
Carrió no es «una loca». En todo caso, si se la quiere comparar con alguien que produjo los mismos efectos sobre la opinión pública «sectorizada», cumple con el ignominioso papel que cumplió en sus últimos años Hebe de Bonafini: Son la voz de la presunta moral plena, se dicen democráticas y respetuosas de la vida y los derechos de los demás, pero en cuanto esas vidas y esos derechos, le joden los propios, los pisotean sin mediatintas.
Carrió no es loca. Es una mujer ambiciosa, que desde hace 50 años de manera ininterrumpida vive de sus cargos en el Estado, que ha formado parte de grupos de poder político concretos y variados, a lo largo de su vida. Y que funciona como factor de destrucción, si ese poder no le contempla sus «caprichos», que pasados a «plata», son cargos.
Que Carrió, o sus intérpretes provinciales, salgan a anunciar «que rompen» con lo que nunca construyeron, es curioso.
Lo que Carrió dice, en todo caso, es que ella será la encargada de dinamitar cualquier coalición política en condiciones de acceder al poder- por ejemplo, en Santa Fe- si los casilleros no se ocupan como ella quiere que se ocupen, o como sus intereses necesiten que se ocupen. ¿Cuáles son esos intereses? Nunca lo explicita, porque al final todo termina siendo, siempre, una larga perorata de buenas intenciones y manifestaciones «morales», en los que nunca se cuentan sus propias acciones.
¿Carrió no es responsable de los retrocesos que tuvo la Argentina en estos últimos 30 años? ¿No fue ella, entre otras cosas, responsable del deterioro de Raúl Alfonsín? ¿No era la que lo denunciaba a Macri de ser parte de la mafia, para después abrazarse a él, bajo argumentos casi amorosos? ¿No era la misma que venía a Santa Fe a abrazarse con Binner, para después abandonar de manera inexplicable la coalición, bajo acusaciones que nunca, jamás, probó?
Lo de Carrió con Santa Fe es patológico. Ganó una elección intermedia, y en la siguiente apenas alcanzó el 3 %. Fue respaldo de Binner al principio y también de Bonfatti, pero después se cruzó y respaldó a Reutemann en su cruce al PRO, y después volvió a defender al radicalismo, primeros con unos, después con otros. Siempre abonando, siempre, la división.
Ahora sale a «romper» lo que nunca se encargó de construir, y tira una sospecha generalizada sobre sus «ex socios», sin dar datos, nombres, apellidos, sin haber presentado una denuncia judicial, sin haber participado de ninguno de los procesos de reducción y encarcelamiento de los principales grupos narcos, sin distinguir las responsabilidades que le caben a cada uno de los gobiernos, que incluyen las dificultades de administrar a la policía, las relaciones con la justicia federal, la penetración de los grupos narcos en la economía formal y especialmente, sin abordar con claridad, la profundización del proceso de decadencia que impuso el acceso de Omar Perotti al poder público de la provincia.
Entonces, ella «rompe» y divide, favoreciendo con porno claridad, al discurso de «que todos son lo mismo»- en eso ya no se distingue de Milei, a pesar de sus criticas- y debilita al único espacio con posibilidades reales de recuperar el gobierno de la provincia y..¡aplicarar políticas!
Y pongo signos de admiración, porque si algo ha caracterizado a Carrió, a diferencia de su ex copartidario Pablo Javkin, por ejemplo, o de los gobernadores socialistas, o de los candidatos radicales que aspiran a la próxima gobernación, es que NUNCA ADMINISTRÓ NADA. Nunca hizo otra cosa que hablar. No sabe lo que significa tomar decisiones, más allá de levantarse o sentarse en una banca, levantar su mano, y hacer desplantes públicos en el nombre de las sagaradas escrituras.
Que Carrió haya sido tapa de todos los diarios provinciales, no es una casualidad. ¿ Tan importante es la noticia? ¿ O quienes manejan los millonarios fondos públicos en pauta publicitaria, pidieron que sea tema principal?
Y allí, no quedan dudas: el único beneficiario de esta «bomba»- tal como la definieron La Capital, Rosario 3 y Nelson Catsro en TN, en apenas dos horas- es el oficialismo provincial. Y el único que puede financiar semejante despliegue.
Lo de Carrió, y su casi prelingüística diputada provincial, es una maniobra direccionada.
No denuncia NADA, no menciona a NADIE, derrama sospechas sobre TODOS los opositores, y beneficia a una sola lógica: Son todos lo mismo, son todos iguales.
Y en esa, la del mismo lodo y todos manoseados…
Carrió pactó con el PJ santafesino, no quedan dudas. Si no, no hay explicaciones para el nuevo disparate mediático de ayer. Y, repito, Carrió parece loco, se hace la loca, pero no disparata gratuitamente. Detrás de cada uno de sus gestos, existen razones e intereses, y la primera lectura, es muy clara.