Los que dicen que Mauricio Macri se «bajó» de su eventual candidatura presidencial porque «no le daban las encuestas», manifiestan los primeros efectos de la jugada: el desconcierto.
Macri, al igual que CFK cuando decidió ser candidata a vice de Alberto Fernández, movió las fichas en dirección inesperada y descolocó a propios y extraños, dejando en la mayoría de la población informada con una sensación de «renunciamiento generoso». ¿Por qué? Porque Macri asumió, se supone, que la dicotomía de personalismos con la vicepresidenta representa uno de los mayores obstáculos para cualquier proceso de acuerdos.
El corrimiento de Macri, a su pesar probablemente, lo dejará en un lugar de referente indiscutido, pero con serias chances de perder su poder de fuego, cuando se consolide un nuevo liderazgo en JxC. Les pasa a todos los expresidentes, y no hay ningún motivo para que no le pase a él: El próximo presidente, si es de su coalición, tendrá el mismo poder al principio, y un poco más cuando corran los primeros seis meses de gestión. Después se verá, es Argentina. Y ya sabemos, dependemos de la lluvia, así que no hay mucho margen para predecir nada con seriedad.
Macri desata abiertamente la interna por su sucesión: Las chances más importantes las tienen Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, desde el PRO; y se verá si la UCR consigue instalar alguna candidatura, como la de Gerardo Morales o la menos ortodoxa, de Facundo Manes. En cualquier caso, lo más probable es que si consiguen un triunfo en las presidenciales, ese triunfo se vea fortalecido con algunas nuevas gobernaciones, Santa Fe y Córdoba con muchas chances, y con la suma de nuevos senadores, que le podrían dar por primera vez en la historia desde el retorno a la democracia, la primera minoría a un gobierno no peronista en ambas cámaras.
Al mismo tiempo, la decisión de Macri desacomoda a la vicepresidenta, que viene alentando un «operativo clamor» por parte de las agrupaciones internas del PJ que le responden, como La Cámpora, y le apaga, en los hechos, la excusa de «la proscripción». CFK deberá resolver con urgencia, si es o no candidata, pero la ausencia de Macri enfrente, le hace perder poder de fuego. Los nuevos adversarios, no serán Macri. Y en ese apellido, se acumulan las mayores chicanas que suele desplegar en sus discursos la vicepresidente.
Otro que creyó poder acumular desde el explícito «Anti-macrismo», es el presidente Alberto Fernández. Ni ese argumento le quedará para sostener su ya insostenible candidatura.
Y entonces, el PJ se verá en la obligación de sincerar sus armas: o eligen el camino del kirchnerismo duro, o repiten el esquema de gobierno mixto con control kirchnerista, que está naufragando en el gobierno, o directamente desata una interna que la desafíe a Cristina y ponga fin a la unidad del FDT.
Macri, en un gesto poco común para la dirigencia argentina, acaba de abrir el candado, y apuró los tiempos.
El peligroso crecimiento de la «antipolitica» que representa especialmente Javier Milei y la ausencia de cualquier expresión alternativa, comúnmente llamada «el angosto camino del medio», va dándole certezas al escenario electoral nacional.
Macri seguro, ya no será presidente. Y eso, aunque cueste aceptarlo, cambia mucho las cosas.