Las definiciones ideológicas tajantes, van perdiendo fuerza a la hora de definir candidaturas. La crisis económica, el consenso unánime de que el gobierno de Perotti fue un enorme retroceso en casi todos los aspectos de la vida pública, y las necesidades de generar acuerdos para sobrevivir electoralmente, van enterrando «los límites» y terminan consolidando coaliciones que incomodan a casi todos, a la hora de dar explicaciones.
Más allá de los argumentos ideológicos, lo que termina impactando en cualquiera de las posiciones que se tomen, es la decisión de obtener participación en las próximas composiciones parlamentarias, o en el ámbito provincial o en los concejos municipales. Y allí, es donde los principios colisionan con las necesidades. Y las afirmaciones lineales, son interrumpidas por las necesidades de establecer acuerdos con sectores que tienen, sociedades casi incompatibles con las definiciones ideológicas puristas.
En el fondo, lo que se define es si se participa o no del poder en juego, y las expresiones «puras» terminan ocupando lugares testimoniales. Y nadie que haga política, con excepciones casi románticas, elige la marginalidad, pudiendo participar de las decisiones a futuro.
Entonces, la grieta. Que, a pesar de todas las manifestaciones en su contra, siempre termina definiendo las divisiones.
Mientras el Frente de Frentes ya es una realidad a la espera de pocas formalidades y el PS, orgánicamente, ya resolvió que participará de ese espacio, en principio con candidatos propios en las PASO.
Un sector del PS, de la denominada agrupación BASES- cuyas principales referencias son Rubén Di Pollina y Claudia Balagué- ya anunciaron su negativa al Frente de Frentes, y su voluntad de construir una alternativa por afuera.
Públicamente, los dirigentes se muestran en distintas actividades con figuras de la centroizquierda, como Carlos Del Frade, Fabian Palo Oliver ó el ex socialista Rubén Giustiniani, con quienes conversan la concreción de un nuevo espacio.
De las mismas deliberaciones, aunque con menos asiduidad, participan referentes de la agrupación rosarina Ciudad Futura, cuya principal figura pública, mantiene conversaciones con dirigentes del Justicialismo rosarino, para participar dentro de una gran interna, en principio en la ciudad. La semana pasada, el actual secretario de Salud de la Municipalidad de Rosario, Leonardo Caruana, se fotografió con el referente de CF, y anticipó su decisión de formar parte de un nuevo esquema.
Pero mientras esas conversaciones avanzan, la dualidad de la dirigencia de Ciudad Futura, ponen en jaque la «pureza» del nuevo armado: Monteverde reconoció que mantiene conversaciones avanzadas para formar parte de una gran interna con el peronismo, al menos en la categoría a intendente de Rosario, y les propone a los eventuales socios de centroizquierda, que armen listas colectoras de concejales, que no formen parte del armado del PJ.
Pasado en limpio: Monteverde quiere ser intendente, pujando en la interna con el ex ministro de Trabajo, Roberto Sukerman y eventualmente con Marcelo Lewandosky , si desiste a su candidatura a la gobernación. Y sus socios, podrían sumarle votos a través de las listas de concejales.
En los hechos, implicaría que, en Rosario, y si deciden que Monteverde sea el candidato, tal como en su momento aseguró el diputado Carlos Del Frade, los dirigentes de la centroizquierda estarán apoyando a un candidato orgánicamente del PJ.
Las preguntas que surgen, e incomodan a muchos, es si ese «limite» puede o no correrse en el resto de la provincia. La idea de acompañar a un candidato a gobernador, con recursos económicos, les permitiría tener «arrastre» competitivo en las listas a diputados provinciales, senadores o concejales de distintas ciudades.
El diputado radical Fabian Palo Oliver, al igual que Caruana, explicó ayer que, si bien no comparte la idea de una estrategia común con el Frente de Todos, reconoce tener «diferencias ideológicas con el PRO, y metodológicas con el PJ», lo que se traduce como una definición: con el PRO nunca, con el PJ, depende.
Las reglas no están resueltas, ni mucho menos. Pero el reloj corre y contra todos los pronósticos y los deseos de sus referentes, la idea de ponerse «afuera de la grieta», empieza a ponerse en dudas.
Del mismo modo que los socialistas y radicales, a la hora de definir el acuerdo con los viejos referentes de JXC, los «costos» son inevitables. La identificación de con algunos integrantes de los dos bloques mayoritarios, implica guste o no, aceptar la sociedad con los que no responden a esas identificaciones: Hay socialistas que se sienten cómodos con Larreta, pero no con Bullrich. Pero el paquete los incluye a todos.
A los referentes de centroizquierda que cuestionaron la decisión de sumarse al Frente de Frentes, les cabe la misma regla, y pagar los mismos costos: si van a acompañar a Monteverde en sociedad con el PJ, tienen que aceptar que dentro del paquete PJ, también están Perotti y su gobierno.
El progresismo, parece encerrado en el dilema de aceptar que el destino, con mucho viento a favor – y atendiendo a los últimos resultados electorales del propio Socialismo en las elecciones parlamentarias de 2021 – puede ocupar un espacio minoritario, con un puñado de bancas en la legislatura que se renovará en diciembre ó formar parte de alguna de las dos grandes coaliciones.
Los que rechazaron formar parte del Frente de Frentes, están al borde de tomar decisiones que, en los hechos, representan lo mismo, que dicen rechazar.