¿Cómo lo recordará Santa Fe a Omar Perotti? Probablemente no lo recuerde. Su nombre, por intrascendente, se irá esfumando de la memoria de los santafesinos, como se esfuman los hombres mediocres e intrascendentes. Quizás, con suerte, cuando ya no esté, los rafaelinos le impongan su nombre a alguna calle. No habrá en cambio Escuelas, ni Hospitales. Porque no levantó ninguno, porque no fue capaz de dejar ni siquiera la huella de alguna obra que lo rememore.
Es curiosa la combinación del hombre: se pasó la vida vendiendo una fantasía de marketing. Mostraba «logros» en una ciudad que lo tuvo como intendente, porque justo arribó Reutemann a la gobernación, y lo llevaba en su boleta, en la vieja boleta larga de papel, con ley de lemas.
Así construyó una historia falsa de «exitosa gestión», de «buen administrador», de «gringo de campo, que sabe lo importate de vincular lo público con lo privado». Hasta diploma Konex se llevó por esa «venta». Y cuando el país ardió en 2001, se fue a vivir dos años a Estados Unidos. El propio Reutemann lo recordaba por eso: » ¿ se va justo ahora, en pleno incendio?» le dijo sonriente a uno de sus hombres más cercanos, cuando Perotti les avisó que dejaba su banca para «irse a estudiar».
Volvió en 2003, cuando todo se acomodaba. Y se presentó como candidato a intendente, y ganó dos veces seguidas: gobernó «La Perla» hasta 2011. De allí, salió una fortuna inexplicable, que nadie lo obligó a explicar. Campos, centenares de hectareas, que compró con ¿sus sueldos de intendente?
Despues forjó la imagen de legislador «serio», y fue saltando de sector a sector del peronismo, dependiendo del viento que soplaba. Fue el primer Kirchnerista, en el 2009 se convirtió en opositor al Kirchnerismo, pero despues volvió a las huestes K, hasta llegar a la gobernación de Santa Fe.
Nunca tuvo carisma. Tiene un lenguaje limitado, una formación frágil y sus discursos son un compendio de lugares comunes, en los que generalmente termina introduciendo verbos en infinitivo, sin sus correspondientes complementos verbales o sustantivos. No se le caen citas que demuestren su apego a la lectura, el cine o el arte. Suele usar metáforas de fútbol, y si, algunas frases comunes, que suelen repetir los militantes políticos en apuntes universitarios.
Tres veces intentó ser gobernador, y en la tercera lo consiguió. Con la ayuda indispensable de un amigo suyo, un tal José Corral, que se convirtió en su segunda linea de fuego durante la campaña de 2019, y obtuvo 18% de los votos, que se le restaron al gobernante FPCyS. Triunfó por sólo 4 puntos de diferencia sobre Antonio Bonfatti, que cargaba con el desgaste de tres gestiones frentistas y una interna socialista que no lo benefició.
Perotti finalmente ganó y gobernó Santa Fe.
Lejos de ocuparse de «las cosas», como cumplir con «La Paz y el Orden» que había prometido, usando el único punto débil de las gestiones frentistas, sus primeros dias en Casa Gris, se destinaron a «buscar papeles que comprometan a Lifschitz y a Pullaro».
Para eso, trajo a Marcelo Saín. Un hombre que había venido a Santa Fe para colaborar en la conformación del nuevo MPA y para modernizar la Policia.
No sólo no hicieron eso, sino que se dedicaron desde le primer día, con los recursos del estado, a organizar un plan de persecución de políticos, empresarios, periodistas, jueces y familiares de todos ellos, para juntar información que pudiera complicarlos.
El primer gran negocio fue la entrega del Juego On Line, por decreto a las empresas de casinos que operan en Santa Fe. Lo hizo en plena pandemia, sin ninguna explicación sobre los destinos de los fondos que recibiría la provincia.
Para poder hacerlo, necesitó limpiar a quienes venian a exigir las promesas que Perotti hizo en campaña: Un tal Leonardo Peiti había invertido 500 mil dólares para que Omar terminara siendo gobernador. No sólo no le devolvió el dinero, sino que salió a «cazar» a quienes habian gestionado aquel dinero. Asi Saín, algunos fiscales muy cercanos al ministro y buena parte de la «progresía», salieron a culpar al senador Armando Traferri de ser el «Zar del juego ilegal».
Nunca demostraron nada, pero mientras esa cortina de humo crecía, aprovechó para entregar el juego por decreto. Casualidades.
Despues, la Pandemia. Las vacunaciones VIPS, el abandono de los empleados públicos, de los maestros, de los médicos y enfermeros de los hospitales, y también, claro, de la Policia.
Saín se fue, muchos meses después de haber dicho que «Perotti era un intendente con formación de concejal» y que para él, en su escala de valores , representaba «un pelo cagado del culo». Aún así los sotuvo. Sin ningún amor propio, sabiendo que era más importante el negocio que su imagen pública.
Tras la pandemia, la policia fue lisa y llanamente desarmada. El presupuesto en seguridad, con aportes adicionales de nación, se subejecutaba. Faltaban móviles, las cárceles se convertian en oficinas desde donde se ordenaban y ejecutaban asesinatos narcos. Y los inhibidores de señales, llegaron apenas hace seis meses. Después de casi 1000 homicidios de santafesinos.
La salud pública y la educación pasaron a un segundo plano de sus ocupaciones. Cerró todos los programas de inclusión social que habían montado las gestiones anteriores, y dejó las calles a merced del narcotráfico. No lo digo yo, lo dicen las estadisticas y los principales especialistas de seguridad que tiene el país.
Todo lo que siguió fue una interminable seguidilla de errores no forzados. El primero, inexplicable, fue la agresión a su antecesor Miguel Lifschitz, en la ceremonia de asunción. Allí dijo que venía a terminar con el pacto entre «La política y el delito». Nunca probó un sólo vinculo de socialistas ni radicales con el narcotráfico, mientras todos los hombres de la politica que terminaban relacionados con el delito, estaban cerca del peronismo y muchos de ellos, en su propio sector.
La «Causa Rafaela» del Juego ilegal, nunca avanzó. A pesar de que se descubrió que los casinos ilegales que comandaba el difunto «Gordo» Perona, tenian la habilitación municipal de su amigo Luis Castelano, con la firma de quien se convirtiera luego en su mano derecha en el gobierno, el entonces secretario de gobierno de Rafaela, Marcos Corach.
Despues vino el «desesperado» apuro por la ley de conectividad. Un proyecto que no necesitaba rehacer todos los kilometros de fibra óptica que se terminaron licitando. Con créditos internaciones, y el voto de un sector de la oposición que quedó fuertemente debilitada tras la muerte inesperada del mayor referente que tenía la politica santafesina;Miguel Lifschitz.
Todas las licitaciones, especiamente la de «Conectividad» fueron objetadas por actos irregulares. Pero no hubo voluntad de frenarlas. La oposición estaba demasiado ocupada en rearmarse y en dar sus batallas internas, y Omar aprovechó cada negociación.
Tuvo recaudación records, y un control obsesivo por las finanzas públicas.
Todos los años, la lesgilatura le renovó la emergencia en seguridad.
Le votaron los tres presupuestos casi sin objeciones.
Sin embargo,llega a este final de gestión, sin poder explicar porque no tiene toda la plata que «cuidó» en la caja de los plazos fijos, donde también fueron a parar los pagos de la deuda que nación mantenía con la provincia por retenciones indebidas en materia previsional.
Nada. Ni escuelas nuevas, ni un sólo hospital nuevo. Ni siquiera la verguenza de terminar los de Rosario y Rafaela, su propia Rafaela. Ni móviles nuevos, ni armas, ni chalecos antibalas, ni aumentos de la calidad de trabajo de los docentes.
Nada. Apenas algunas rutas repavimentadas, algunos puentes aliviadores, y si: la obra pública que financiaba nación, pero que él se atribuía como propias.
Nada. Cuatro años que se esfumaron con una gestión sin equipos de trabajo, sin modernización del funcionamiento del estado, sin mejoras en ninguna de las materias importantes. Salvo el «boleto educativo» y la inexplicable apropicación de un sistema privado de billetera digital, al que se denominó «Santa Fe», y que nunca fue otra cosa que el sistema MODO, que usan todos los bancos privados nacionales del país.
¿ Por qué lo pueden recordar a Perotti? Seguramente por su pésima gestión en seguridad. Por su «conveniente» acuerdo con los gremios estatales que le perdonaron y lo acompañaron en todas sus aventuras. Y si, por el record de homicidios, que era paradójicamente, la razón por la que terminó ganando aquella elección.
Se acaba un muy mal gobierno, con resultados que rayan la verguenza.
Por suerte, viene un gobierno que parece, en principio, tener claro que lo que se deshizo durante estos cuatro años, demandará mucho trabajo, y mucha dedicación horaria. Especialmente en materia de seguridad, de salud y de educación.
Se va, por fin se va, el mayor dilapidador de recursos públicos en publicidad oficial. Cuando se conozcan los números finales, nadie podrá explicar por qué se gastó tanto en difundir lo que no se hacía.
Varias escuelas se fueron en publicidad, y la finalización de los hospitales que tenia que terminar y no lo hizo.
Se termina la gestión de Omar Perotti. El tipo que,a diferencia de Binner y Lifschtz, incluso de sus gestores Jorge Obeid y de Carlos Reutemann, nunca ocupará un lugar importante en la la memoria histórica de los santafesinos.
Al final, aquel muchacho con buena imagen nacional, con un diploma Konex, resultó una estafa. Y en esa estafa una gran duda: ¿ Fue incapaz o sólo fue un indolente? A priori, parece que fue una conjugación de ambas cosas. Que es dificil de encontrar en la política.





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