Luis: sabés bien lo que siento por vos. Y también, te consta, el esfuerzo que hicimos muchos de los que tenemos la fortuna de conocerte un poco más o un poco menos, para que tu voz se escuche en el Congreso. Para que tu pelea por los derechos de los pequeños y medianos productores, para que tus convicciones y tus saberes, le lleguen a la mayor cantidad de santafesinos posibles. Sabemos de tu implacable honestidad y de tu inquebrantable voluntad por pelear día a día, metro a metro, contra todas las injusticias que se producen a nuestro alrededor.
Y también sabemos y respetamos, tus creencias. Porque son las creencias de un hombre de bien que encontró en el cristianismo, la dignidad del ser humano como objetivo de cada una de nuestras acciones diarias. Y lo respetamos. Porque mientras convergemos en esa senda, no tiene mucha importancia cual sea el credo de cada uno. Lo que importa es el otro. Su vida, sus necesidades básicas, su plenitud en sociedad. Y esa sociedad, está plena de complejidades y contradicciones.
Y en esa maraña está el aborto, Luis. Un asunto que no necesita demasiadas explicaciones científicas: En el mundo ideal, en el mundo que nos ofrece la utopía, es obvio que todos nos oponemos al aborto.
En el mundo ideal, en ese que perseguimos con entusiasmo, las mujeres no deberían abortar nunca. Porque sus hijos, serían siempre deseados, y serían el premio al amor.
Pero no es así. Hoy muchas mujeres son sometidas a vejámenes imperdonables. Hoy mueren en nuestro país, centenares de mujeres como consecuencia de la violencia de los hombres y muchas otras, muchas otras centenares de mujeres al año , mueren como consecuencia de la práctica de abortos clandestinos. Y casi todas las que mueren, son pobres. Y terminan en un cuartito oscuro, atendidas en las peores condiciones, porque no quieren tener ese hijo que, casi siempre, vino de la mano del ultraje, la violación, la ignorancia y la falta de recursos elementales para poder evitarlo.Y porque son pobres, Luis.
Luis.Vos sos un humanista. Y no entiendo cómo a un humanista le puede resultar indistinto que esas mujeres sigan muriendo en la clandestinidad, mientras las chicas con recursos de clase media alta, se atienden en clínicas privadas y abortan. Y seguirán abortando. Porque el aborto es una realidad imposible de evitar. Porque no hay ley que lo prohíba- está demostrado- que impida que las mujeres, cuando quieren y lo decidan, sigan abortando.
No Luis. No se trata de discutir que vida salvamos, no. Eso no está en nuestras manos. No podemos evitar que se hagan los abortos, porque esa es una decisión, siempre dolorosa, que toma la mujer. Y si es inevitable, si esa vida- la tan discutida vida del bebé por nacer- se interrumpe igualmente, por lo menos impidamos que los abortos, también interrumpan la vida de esa madre desesperada, que en muchos casos deja otros niños pobres huérfanos, familias destrozadas, en el medio de la mayor pobreza de todas: la del desamparo .
No Luis. Disculpame que lo haga público, pero no. Se trata de un asunto de salud pública y tenemos que mirarlo desde ese lugar y no desde la fe.
Es un asunto difícil, lo sé. Y también sé, que en la legalización del aborto, en la gratuidad y en la consagración del derecho a hacerlo en los hospitales públicos, es posible que alguien lo utilice inadecuadamente. Pero serán aislados y extraños esos casos, Luis.
Las mujeres que llegan a abortar, siempre son víctimas. Nunca podemos mirarlas con reproche. Ponen el cuerpo y vacían sus almas al momento de concretarlo. Lo sé, Luis. Porque todos tenemos casos cercanos, porque todos conocemos a una mujer que lo sufrió y porque todos, sabemos de mujeres con nombre y apellido que llegaron desangradas a los hospitales, victimas de un aborto mal hecho.
Luis: de eso se trata, y no de matar niños. Se trata de salvar vidas y no de eliminarlas.
Se trata de ponerse en la piel, en el cuerpo, en la desgarradora situación de una mujer que ha llegado a la trágica decisión de hacerse un aborto, y no de fomentarlo.
Te pido por favor, en nombre del afecto que nos tenemos, en nombre de todo el respeto que muchos miles de santafesinos que te acompañamos y que compartimos tu camino, que no cometas el error de levantar la mano en contra de los derechos de esas mujeres.
No te pido, porque no tengo derecho a hacerlo, que votes a favor del proyecto de legalización. Pero no votes en contra. Tu voto puede definir el destino de un tema que pone en juego la vida de muchas mujeres, y no puede ser tu mano, esa que se levanta ante tantas desigualdades e injusticias, la que defina este asunto contra las más débiles.
Luis, no lo hagas. No votes, abstenete, no concurras. Es también tu derecho.
Pero no votes en contra. Será muy doloroso para muchos, incluido yo, claro, pero no es lo que me importa.
Un abrazo muy apretado. Con mucho cariño, Coni.





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