Muchos lo suponíamos. Mauricio Macri creía que se trataba de aplicar las reglas de una empresa, y por eso juntó a sus amigos de la Escuela, la mayoría de ellos hijos de exitosos empresarios millonarios, y les propuso gobernar un país.

Las experiencias en Boca y en la siempre cómoda Ciudad de Buenos Aires le daban crédito. Se trataba de copiar y pegar las fórmulas y aplicarlas en el país. No era demasiado dificil. Finalmente, siempre se trata de una cuestión de números y planillas. Y en el peor de los casos, de auxilio. Ese que llega por la naturaleza de los dueños. Por los partidos de golf jugados en compañía de tantos amigos, por las cenas con finales de leves borracheras. Por la confianza de clase.

Y entonces, con la ayuda de un buen publicista y la complicidad de un grupo de políticos desesperados por ocupar lugares a los que jamás llegarían por mérito propio, emprendieron la aventura de ilusionar a millones de argentinos que veían, no sin razón, que una etapa del país estaba terminando.

El Kirchnerismo le dejó servido en bandeja el acceso. Cómo si supieran lo que iba a pasar, CFK eligió a peor de todos los candidatos posibles para sucederle. Y además, un tendal de acciones ilegales que habían cansado a la moral media de los argentinos. Entre la corrupción manifiesta, la inflación en estado casi incontrolable,  los malos modos de la jefa , los doce años de desgaste de cualquier gobierno y el candidato que proponía, con globos y promesas sencillas alcanzaba.

Y entonces pasó. Mauricio Macri cumplió el sueño de enterrar sus complejos de hijo inútil y llegó a la presidencia. Y con él, un grupo de amigos que sólo entendian de empresas. De ganancias y pérdidas. De especulación financiera, de marketing afinado y de frialdad de alteza.

Todo iba bien. Mauricio ahora tenía que cumplir con las promesas que había hecho para cautivar a los argentinos: La inflación era fácil de bajar, los trabajadores no iban a pagar ganancias, que  no se iba a devaluar, que iban a duplicar en ciencia y técnica, que  no pensaban ir al Fondo Monetario, que iban por la meta de pobreza cero, que  no necesitaban tarifazos… Mauricio inauguraba, por fin, el país “serio y racional” que todos esperaban.

Pero algo falló. Desde que asumió la presidencia no paró de fallar.

En el medio, una batería de medidas disparatadas que sólo beneficiaron a los que más tenían: bajó las retenciones al agro y a las Mineras, y pretendió que la clase media pagara ese costo. Triplicó las tarifas

Abrió las importaciones, para “volver al mundo” y comenzó un desastre para las Pymes que empezaron a despedir porque ya no podían competir con los productos importados.

No sólo no pudo con la inflación, sino que alcanzó a duplicarla.

No sólo no bajó los impuestos, sino que más trabajadores que antes pagan ganancias

No sólo devaluó, sino que a estas horas, el dólar casi cuadriplica el precio vigente a su asunción.

No sólo hubo aumento de tarifas, sino que la energía le cuesta a los argentinos casi un 3000 % más.

No sólo no fueron honestos, sino que dejaron las huellas en acciones inmorales como el invento de aportantes truchos en la campaña, o peor.. la compra y venta de lebacs de algunos de sus funcionarios, o el descubrimiento de cuentas off shore…

No sólo no bajaron la pobreza, sino que a tres años de asumir el indicador no para de subir, pero aún peor. Diariamente asistimos a despidos en empresas y se multiplicaron los marginales en las calles de las capitales… Y otra vez, miles de pibes de cinco, seis o nueve años apoyan las narices en los vidrios de los autos pidiendo algo para comer.

No sólo no bajó el déficit fiscal, sino que dilapidó miles de millones en el intento ortodoxo de controlar el cambio, y además, como si fuera poco, duplicó la deuda externa en dólares.

Y si algo le faltaba, era concurrir al FMI. Y lo hizo. Y hoy, ruega, como siempre rogaron los presidentes de este país, que el Fondo le corra los plazos, le perdone los incumplimientos de las metas imposibles, y que le dé mas dinero.

Ni sus amigos del golf, ni sus compañeros de peña, ni los ojos azules, ni el padre, ni los amigos del padre, ni la imagen de marido enamorado y padre ejemplar, ni los chistes sobre fútbol, ni las cada vez más repetidas fórmulas de discursos sobre  la esperanza y los globos, y el equipo, y el esfuerzo colectivo, y todo eso que en algún momento alcanzaba… dejó de alcanzar.

Ni la causa judicial más grave y escandalosa contra el Kirchnerismo, porque se sabe, lo involucraba a él y a sus amigos, y entonces.. mejor dejarlo por ahí.

Macri nunca entendió que se trataba de un país. Y que a los países, a los paises de verdad, los cambia, los transforma, los hace crecer la política.

Pero no lo que él cree que es la política, lo que se empecinó en decir que era la política: Eso que ve como burocracia innecesaria, con un cono cenital y lúgubre sobre las cabezas de los diputados y senadores, no.

La política grande. El arte de negociar. De comprender que cuando se mueve una ficha, hay que medir cuales son las otras que se pueden caer, y evitar que se caigan. Porque en cada ficha que se desacomoda, hay vidas en juego

Y no alcanza con el recuerdo de la ruta del dinero K, ni con la tragedia de once, ni con la fortuna inexplicable del matrimonio Kirchner, ni con ninguna excusa que nos remonte a los últimos diez, quince o setenta años.

Vinieron a gobernar un país. No era un club, no era una empresa, ni era la ciudad de BUENOS AIRES, la ciudad de más alta calidad de vida del país, y con mayor ingreso per cápita

Se necesita política grande. Liderazgo, y un plan muchachos

Y ya no pueden echarle la culpa a nadie más. La GENTE LOS RESPALDÓ EN LAS ELECCIONES INTERMEDIAS, LOS AYUDÓ Y AÚN HOY LOS AYUDA, porque sólo se trata de ver un rato la TV, para comprender el esfuerzo que hace el periodismo nacional, los interesados y los honestos también, para seguir sosteniendo lo insostenible.

Y lo insostenible es la caída en la calidad de vida, el derrumbe de la producción, la desinversión en educación, el funcionamiento de las Universidades, la desinversión en la ciencia y la tecnología, los aprietes a las tarifas, la caída del poder adquisitivo de los trabajadores, la falta de vacunas, la quita de subsidios a las personas con discapacidades, en fin…

PERO LO PEOR, es que hay un grupo que sigue y siguió ganando. Y mucho. Y no los tocan.

Y no les aumentan un solo impuesto.

Aunque se hayan beneficiado con la timba, con el blanqueo,con la devaluación, y no, no los tocan

Porque son los amigos del golf, o porque son ellos mismos, los amigos del Colegio Newman

Era un país, Mauricio, era un país… no un club de amigos, no el karaoke donde imitabas mal a Freddy Mercury. No era la bombonera. No alcanzaba con mandarlo a ANGELICI a arreglar con la 12.

Necesitaban un plan, un proyecto, necesitaban políticas

Y hoy, otra vez, muchos de nosotros, estamos angustiados y aterrorizados. POR NUESTRO PRESENTE Y POR NUESTRO FUTURO, Y TIENEN QUE HACERSE CARGO

Porque nadie los llamó, ustedes se propusieron

Y les cabe a los socios también. A lilita, a los radicales que sostuvieron lo insostenible. Que no tuvieron los cojones ni la grandeza de plantarse frente la repetición de las recetas, que Martinez de Hoz y Cavallo ya habian aplicado.

No, Mauricio, basta. Basta de globos, de discursos vacios, basta de promesas vagas de felicidad

Necesitamos políticas. Ya mismo. Ahora.

Necesitamos un plan. Un norte. ALGO QUE NOS ESPERANCE. Algo que nos entusiasme, algo que nos devuelva la confianza

Y si no saben, o no pueden, llamen a los opositores y pidan ayuda. Y si no quieren llamar a los opositores, llamen a elecciones, porque esto no era una empresa, Mauricio, Peña, Caputo, Carrió, Corral, no era un negocio. Esto era un pais. Y está casi en llamas.

Hagan algo, y ya mismo.

2 comentarios en «Era un país, Mauricio»

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