
Imagínese un segundo en esa situación. Imagínese como docente. Imagínese como docente que espera un reemplazo para reencontrarse con sus alumnos y que no se lo concedan. Y que además no le paguen un mes, dos meses, nueve meses.
Imagínese en el cuerpo del trabajador municipal al que no le renovaron un contrato. Y piense en la desesperación de ese hombre que, posiblemente, ya no tenga un centavo para comprar la comida para su familia. ¿ Puede?
Imagínese un segundo en la piel de esa mujer, sola, con dos hijos chiquitos. Piense en sus angustias, porque no le alcanzan los minutos de datos. Y le va a pedir prestado a su vecina. O cruza a su chiquita de 7 años a lo de un vecino para que use el wifi prestado.
Imagínese en la impotencia profunda del enfermero que todos los días cruza la puerta del Hospital de Oliveros sabiendo que ya no se trata sólo de cuidar y curar, sino de evitar enfermarse. Porque tiene terror de contagiarse y dejar de trabajar. Por un bono de 5000 pesos, que todavía no cobró.
Imagínese en la espalda del presidente del Club del barrio norte en Santa Fe, que no tiene los papeles en regla, que le falta una firma de no sé qué certificado y que no recibe el subsidio. Y que no puede seguir pagándole al muchacho que le corta el cesped a la cancha y ve crecer los yuyos, y en un estado de locura asegura, me lo dice, que ve chicos corriendo en el silencio de la madrugada. Me lo dice y se le quiebra la voz.
Imagínese al enfermo de cáncer que no recibe su medicamento porque un burócrata que ni siquiera da la cara le manda a decir con una secretaria que ni siquiera dice su nombre, que no, que espere, que su expediente está en el segundo piso, y que no, que no hay novedades. Y que bueno, que lo siente, pero que va a tener que esperar…¿ Con cáncer? 40 años aportó a la Obra social y nadie le da una salida. Ni con cáncer.
Imagínese al portero de escuela, al asistente escolar, a cada uno de los precarizados a los que le habian prometido, si, a cambio del voto, si, que les iban a dar una solución a sus problemas y al final, no sólo siguen precarizados, sino que a la mayoría no les renovaron el contrato y los tienen a las vueltas, sin cobrar. Si, imagínese a usted, sin cobrar.
Todas estas historias recibo, de a decenas en mi telefóno. Con cada uno de ellos hablé personalmente. A cada uno de ellos le prometí lo único que puedo prometerles: hacerlo público, pedir, multiplicar sus gritos.
¿ Y usted?
Usted no los mira a los ojos cuando lo paran en las previas de sus actos vacios de soluciones. Usted prefiere las excusas, las justificaciones de lo injustificable.
Mirelos, escúchelos, pongale una mano en el hombro y dígales algo que les de alguna esperanza. Ayúdelos, no le mande a los fiscales a detenerlos por una puteada que tiene más dolor que bronca.
Mirelos a los ojos, propóngase mirarlos.No les haga aspavientos, no les pida distancia, no se desentienda. Diga algo. Deje de echar culpas a la pandemia, a los anteriores, a los otros.
Mírelo a los ojos y comprenda que están desesperados y que ante cada ninguneada, ante cada actitud de indiferencia, cada día será peor. Y no podrá ir a ningún pueblo, ni caminar por ninguna ciudad.
Haga algo señor. Mirelos a los ojos y entienda que usted no tiene corona, ni honor alguno. Usted es el empleado de ellos, y la mayoría de ellos, lo dicen, lo votaron. Y lo votaron con la ilusión de que sus vidas mejorarian.
No les hable de la Pandemia, que ellos entienden todo.
Lo que no entienden es porque usted ahorra dinero mientras ellos desesperan por comida.
Lo que no entienden es porque usted insiste con hacer negocios con los recursos públicos, mientras sus vidas se caen a pedazos.
Lo que no entienden es que usted balbucea frases de campaña, cuando ya hace diez meses que asumió el gobierno.
Mirelos a los ojos, escuche el temblor en esas gargantas. Mire esas manos vacias y abiertas, y pacíficas, pidiendole que los ayude.
Mirelo a los ojos. Si no lo hace, sépalo, esos ojos lo empezarán a mirar con desprecio y bronca. Y lo maldecirán.
Y no habrá fiscal adjunto que lo salve del desprecio general.
Buenísimo. Absolutamente nada tiene desperdicio. Ojalá el Señor Perotti que quería una Provincia Gigante pero no sé de qué lea gran parte de los reclamos de la gente está acá. Y él solo ahorra plata y maltrata a la gente. Lamentable.