
En Rosario y en Santa Fe ,cada mañana las radios cuentan un crimen más. Esa fue, sin ninguna duda, la principal razón por la que la mayoría de santafesinos eligieron cambiar gobierno hace un año.
Lo demás, en general, estaba bien. De hecho, y sólo se trata de mirar las estadísticas, costará encontrar en la historia del siglo XX, un proceso de crecimiento, realización de obra pública, adquisición de derechos, modernización del Estado, inclusión social, extensión de los sistemas educativos y de salud, como el que vivió la provincia entre 2007 y 2019.
Sin embargo, la sociedad decidió cambiar de rumbo. Primero porque es natural que las sociedades se cansen y demanden otras voces, otras miradas desde la gestión pública. Los largos periodos de un mismo color se terminan oxidando y perdiendo virtudes.
En esa decisión de cambio, había riesgos. Riesgos obvios y advertidos: el cambio elegido estaba encabezado por un dirigente con protagonismo en el peor proceso que recuerde la democracia santafesina, el de las privatizaciones, el vaciamiento, las inundaciones y los ajustes mas crueles que sufrieran los trabajadores.
Pero se ve que no aprendemos de la historia, y Perotti no llegó al gobierno sólo de la mano de los viejos conservadores noventistas, sino que lo acompañaron todos aquellos que desde el discurso, y en muchos casos, traicionando su propia historia personal, habían sido victimas y opositores irreductibles en aquellos tiempos.
La traición mas grande, sin dudas, fue la de los dirigentes sindicales. La manera oprobiosa en la que los gremios estatales acompañaron el ajuste no tiene muchos antecedentes. No porque no existan historias de gremios oficialistas en los 90. Sino porque en esta oportunidad, se sumaron algunos que uno nunca iba a imaginar apoyando el ajuste: allí la estrella fue AMSAFE, sin lugar a dudas. Los docentes no sólo fueron obligados a trabajar más de lo que trabajaban, sino que debieron pagar ellos mismos los costos de sus extensiones horarias en el hogar, sin recibir aumentos de sueldos- salvo un bono no remunerativo insignificante- y sometidos a maltratos que no se recordaban.
Lo peor les pasó a los reemplazantes. No sólo perdieron el trabajo, sino que les negaron ingresos. Y cuando por fin lo recibieron, el sistema era tan tramposo y complejo, que muchos quedaron afuera. De hecho la legislatura votó una ley para protegerlos, pero el gobernador la vetó.
En la salud pública, la historia es la misma. El gobierno tuvo, además de los seis meses que lo separaron de la asunción, otros seis meses de tregua de la pandemia, que recién llegó en septiembre a la provincia. En esos seis meses, no sólo se rajó el ministro, en plena pandemia, sino que no fueron capaces de ordenar un esquema de recursos humanos. No se sumaron enfermeros, no se habilitaron hospitales, porque en el afán de ahorrar, no sumaron profesionales al sistema.
Y eso, le agregaron un ajuste fenomenal sobre el personal. Hay que hablar con los enfermeros, con los médicos, con todos los otros profesionales, y comprenderemos a los pocos segundos, mirándolos a los ojos, el martirio que sufrieron y sufren- especialmente por la pérdida de muchos compañeros cumpliendo sus tareas, sino por el nivel de descuido que tuvieron desde las autoridades.
En el medio, algunos hicieron y hacen negocios. Acá denunciamos el negociado de ATE con IAPOS. Millonarios sobreprecios para beneficiar bolsillos particulares, aprovechándose de los recursos públicos. Empresas privadas, recibiendo en plena emergencia, la devolución de favores de campaña. Con la plata de la salud pública, en plena emergencia pandémica. No hau mucho más que decir. Habla de ellos, habla de la catadura humana, habla de la indecencia.
Sobre estos temas, cabe decirlo, nadie habló. Sólo los marginales, como nosotros. El gobierno se encargó de desatar una doble mordaza: amenazó a los trabajadores para que no hablaran, y presionó a los medios.
En otras áreas todo se desmoronó: se dejaron sin efecto todos los planes sociales que estaban en marcha. Los que buscaban a los pibes que abandonaban las escuelas, los que contenían a los jóvenes en situación de calle, los que ofrecían oportunidades a las personas en conflicto con la ley. Muchos de esos programas, están premiados por la UNESCO, por innovadores y efectivos. Pero no, Perotti perfirió volver a la vieja práctica del bolsón de comida, y el olvido de cualquier otra oportunidad para los individuos.
Los centros culturales se abandonaron, se convirtieron en depósitos. Se reservaron para reuniones privadas del gobernador, se convirtieron en oficinas que se podían montar en cualquier otro lugar. El acuario de Rosario se abandonó. La cultura, como política, desapareció. La cultura no es importante para el peronismo. Nunca lo fue, salvo que se trate de la réplica de sus símbolos partidarios.
Curiosamente este gobierno nació, y se cansaron de decirlo, bajo el fantasma del déficit y la deuda. Por esa razón, apenas asumió, Perotti arrasó con todas las obras públicas en marcha. Dejaron de pagarle a los proveedores y finalmente cancelaron todos los contratos. Al menos 10 mil personas perdieron el trabajo. Y nunca, jamás, las obras se reiniciaron.
Sin embargo ni había deuda, ni había déficit. A mediados de año, y sin contar con los miles de millones que llegaron desde Casa Rosada, las cuentas provinciales eran superavitarias: Hoy la caja provincial tiene más de 40 mil millones de pesos guardados en plazos fijos. Haciendo intereses. Esperando para ser usados, suponemos, en las campañas del año que viene.
Santa Fe retrocedió en todo. La EPE que estaba equilibrada y en un proceso de obras inédito, pasó a ser intervenida y a convertirse en una empresa parada, sin auditoria interna y con una deuda de miles de millones con la mayorista.
IAPOS Y LA CAJA DE JUBILACIONES, empeoraron sus condiciones y otra vez, nadie puede negarlo por de quienes hablamos , empieza a sobrevolar el fantasma de los vaciamientos para privatizar
Todo eso pasó este año. ¿ y las políticas?
No hay. No hubo hasta ahora, una sola política pública en marcha.
Todavía no sabemos que plan de gobierno tiene Perotti
A Un año. Si, cruzados por una emergencia que puede amortiguar y justificar algunas cosas, pero tengo la obligación de volver al principio:
En las madrugadas de Rosario y Santa Fe, las radios siguen anunciando crímenes, un 30 % más de crímenes que el año pasado. Un número, que a juzgar por la ausencia de políticas de seguridad, puede agravarse cada día más.
La peor tragedia de este gobierno es esa: la ausencia de políticas. Y especialmente en seguridad. Donde no sólo no hubo cambios profundos, sino que se destruyeron las pocas cosas que se habían puesto en funcionamiento y que habían empezado a dar resultados.
Santa Fe, un año después de Perotti. Está peor. Es posible que gran parte sea consecuencia de la pandemia, pero pocos sino ningún gobernador, tuvo la suerte de afrontarla en las condiciones que las afrontó Perotti.
Estamos peor, y corremos el riesgo de seguir cayendo, de seguir perdiendo derechos día a día. Eso dependerá de los ciudadanos.
De la capacidad que tengamos los ciudadanos para exigir que esto pare, depende mucho el futuro. Y de la decisión política de la oposición, también.