No hay que fingir nada

Es el maldito lunes, y los resultados electorales se cuelan en el ánimo. Lejos de sentir bronca, amanecí con un dejo de tristeza. La tristeza no es una sensación insana, sobre todo cuando uno lo asume. Decirlo es importante.

No es necesario fingir nada. Ni forzar poses, ni administrar ningún análisis para que encaje con lo que nos conviene interpretar. Nada de eso. Los resultados son los resultados. En esta etapa, y con muchas posibilidades en las próximas, la gente eligió distinto a lo que yo hubiera preferido. Y eso es así, sin entrar en ninguna clase de minimización. Es así y todo lo que queda es analizarlo con la frialdad que nos termina ofreciendo sólo el paso de los dias. Hoy no es el caso. Hoy no se analiza nada, porque estaría contaminado.

Lo que si cabe, porque es lo que uno termina recibiendo como reproche, burla o respuesta, es una confirmación: uno es lo que es, y no es otra cosa que eso.

No soy de los que se acomodan en el calor de los triunfos, ni de  los que se escapan de la soledad y el frío de una derrota. Todo eso, absolutamente todo eso, y en todos los ámbitos y aspectos de la vida, es transitorio. Los lugares que ocupamos, los ánimos que tenemos, los temas que discutimos sobe la coyuntura, son asuntos pasajeros. Nada de eso nos cambia, o no nos debe cambiar.

Hoy amanecí triste, si. Pero siendo el mismo tipo que era ayer a la mañana. Pensando lo mismo de los que me rodean, queriendo lo mismo que quería ayer, soñando con los mismos sueños.

Muchos me preguntaron, en tono de acusación y reproche, si se justificaba mi exposición y mi manifiesto apoyo al Frente Progresista en un escenario tan difícil. Y si. Porque no especulo, porque no escondo lo que pienso, ni lo que siento, ni persigo sólo lo que me conviene. Sino más bien lo que creo que NOS conviene. Y tampoco está mal.

Este es un país cortado en pedazos, y aunque no nos guste, nos dan a elegir dos platos que no me gustan, ni que quiero comer. ¿ y que puedo hacer? Tratar de cocinar uno que me guste. A mi, y a un gran colectivo de personas que o comen a disgusto, o tampoco comen las opciones que les ofrecen.

Eso es un trabajo de años, es una larga tarea. Y no puedo, bajo ningún punto de vista, renegar de mis deseos. Los colectivos y los propios. Porque los deseos son los motores que nos mueven, y si apagamos esos motores, nada tiene sentido.

Asi que nada, che. Perdimos las PASO. Vamos a intentar mejorar en Octubre. Haremos puertas adentro los reproches que quepan o no, intentaremos modificar lo que estemos en condiciones de modificar, y una vez más, sin otra verdad que la que nos da la realidad, asumiremos los resultados de nuestros actos.

Que quizás vengan con tristeza, como esta mañana. O no, que se yo.

Eso nunca se sabe. Para saberlo hay que amanecer el día después.